El
panorama teatral del siglo XVIII en España se caracteriza por las frecuentes
polémicas entre los defensores del teatro posbarroco, que continuaba la
tradición de la comedia nacional del siglo XVII de corte popular, y los
ilustrados defensores de un teatro ajustado a las normas clásicas y que tuviera
una intención educativa.
Podemos
resumir de forma esquemática los elementos de esta polémica en la tabla
siguiente:
Teoría neoclásica
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Partidarios del Barroco
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En 1737, Emilio Luzán publica
un texto sobre la teoría de la literatura con los principios del
neoclasicismo.
La estética neoclásica se
resume en la sumisión a la regla de las tres unidades (tiempo, lugar y
acción), la verosimilitud, la finalidad docente y didáctica del teatro y la
prohibición de lo fantástico.
Esta estética neoclásica
sugiere la existencia de dos características principales: la prohibición de
mezclar lo trágico y lo cómico y la aplicación de la teoría horaciana del
decoro.
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Los principales planteamientos
de los partidarios del barroco son:
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La defensa de la libertad absoluta del creador.
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Puede darse cualquier tipo de situación.
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Lo esencial es la acción.
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Se tratará de divertir y entretener. Se tiene en
cuenta el gusto del público.
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Hay un rechazo de las unidades aristotélicas.
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