jueves, 4 de junio de 2015

Una reflexión sobre el mito de Fausto



            Probablemente el mito de Fausto sea uno de los más complejos que existen, ya que se compone de diversos problemas morales, además de tener valores y principios suficientes para convertirse en dicho mito.

            De los diferentes aspectos que lo componen, creo que los más interesantes son el ansia de conocimiento y los límites de la moral, ya que el deseo de la eterna juventud no es la aspiración de la inmortalidad o de la buena salud, sino la necesidad de ganar tiempo para poder traspasar los límites de la sabiduría y la experiencia. Igualmente creo que esa ansia de conocer es la que lleva al personaje a la dicotomía entre el bien y el mal, o lo que es lo mismo a traspasar los límites de la moral establecida.

            Ya en el origen legendario del personaje se toma como fuente a un sabio víctima de su afán de conocimiento. Recordemos que el doctor Johann Faust, al parecer, murió cuando experimentaba en un laboratorio. Si tenemos en cuenta que este personaje vivió y murió entre los siglos XV y XVI entenderemos fácilmente que se encontraba en los albores de la ciencia y del conocimiento empíricos, una época en que el sentido religioso lo impregnaba todo. Y precisamente ese deseo de conocer a toda costa, arriesgando la propia vida, es uno de los primeros elementos que se recogen en las versiones populares del mito. Cualquier cosa que lleve a la sabiduría resulta ser válida. Incluso un pacto con el diablo que llevaría consigo la condena eterna.

            El personaje traspasa así el miedo moral. Los límites éticos desaparecen.

            Creo que el Fausto original es un precursor. Y justo en la época en que el ser humano comienza a plantearse el conocimiento del mundo sin explicaciones divinas, tan solo lógicas, entonces emerge con fuerza. Son las variantes principales del mito, las alemanas y de Marlowe, en las que podría considerarse como tal precursor. La de Goethe aparece ya en una época en que la religiosidad se plantea de forma más moderna. Entre la sabiduría que proporciona la Biblia y la que proporcionan todos los estudios no religiosos, Fausto decidirá conocer todo, lo más posible. Y entre el bien de la Biblia y el mal de la magia, Mefistófeles aprovecha el deseo de Fausto para hacerse con él.

            Podríamos encontrar también cierta modernidad en el arrepentimiento del personaje. En el mito, Fausto se arrepiente de su autocondena cuando el tiempo va cumpliéndose. Pero creo que hay una forma de interpretar ese arrepentimiento diferente a la meramente religiosa. Al fin y al cabo hoy sabemos que todas las formas de estudiar, conocer o experimentar, tienen límites de tipo ético que no deben traspasarse. Y Fausto, aunque haya cometido errores en principio irreparables, acaba aprovechando sus conocimientos de una forma buena, por ejemplo con el emperador de Alemania.


            Fausto representa el viaje de las tinieblas a la luz gracias a los demás. La redención está en la segunda parte de la obra, ahí se puede observar que el arrepentimiento de Fausto es real y será Margarita, justo un personaje que ha muerto por su culpa, quien lo redima del todo. Eso supone un premio precisamente por el esfuerzo de Fausto: se puede salvar quien no cesa de esforzarse, el que aspira a lo más alto. 

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