Las
conjunciones aparecen en la coordinación. En esta lo fundamental es que las
proposiciones del enunciado tienen las mismas funciones: son oraciones
independientes cuya estructura es semejante. Veremos esos elementos que enlazan
estas oraciones desde su perspectiva histórica.
En
latín la suma de valores a un elemento primario se hacía con la partícula et. Era la más usada de todas las
copulativas y la que fue eliminando a las demás, y por eso se perpetuó en
romance. Las formas que atestiguan las hablas hispánicas se derivan de hechos
fonéticos. Lo normal es que la partícula sea átona, por lo que se documenta et a la manera latina, y e (con pérdida de –t). Esta última se
conocía en latín vulgar, de acuerdo con varias inscripciones. Esta e átona en la cadena hablada se mantuvo
como tal cuando la palabra siguiente empezaba por “i”, y pasó a “i” si la
palabra comenzaba por vocal.
Este
uso se generalizó en el siglo XVI. Aún así debemos recordar aquellos casos en
que et diptongó en ye, cuando se consideraba acentuada
(tanto en el castellano primitivo como en el leonés). El diptongo se podía
reducir a i cuando precedía a una e (“el uno y el otro”, por ejemplo).
Cuando
et se veía como átono, también e ante vocal se hacía i para evitar el hiato (“uno e otro”/
“uno y otro”).
La
y se generalizó y hoy domina salvo
por disimilación, cuando sigue una palabra que empieza por i.
Por
otra parte, señalaremos que cuando decimos de alguien algo, por ejemplo que es
“amable”, podemos añadir algo más, como que es “vanidoso”. Pero si consideramos
que la segunda calificación destruye de algún modo a la primera, aunque solo
sea parcialmente, esa sustracción se manifiesta a través del empleo de la
conjunción pero (“es amable, pero
vanidoso”).
Esta
construcción puede hacerse con un verbo pero no con un sustantivo. En latín
este concepto se expresaba con la conjunción sed, que introducía el significado de rectificación, limitación o
corrección en la frase anterior. Sed
desapareció y su lugar fue ocupado por formaciones tardías (“sed
certe”>”pero por cierto”; “non solum, sed etiam”>”no solo, sino
también”).
Pero remonta a per hoc, compuesto que se forma en época protorromance y que en los
documentos hispánicos se acredita desde el siglo VI. En el siglo XIII es un
rasgo castellano frente a las hablas occidentales. Dado el carácter átono con
que se usó la partícula, el acento se perdió. Pero no solo significó “por eso”, sino que también sustituyó a tamen y se empleó con la acepción de sin embargo (arcaico en el siglo XIII,
pero que resultó en la Crónica general
de Alfonso X el Sabio). Originariamente pero
tuvo un significado diferente de mas (mas
era opositivo.
El
empleo de mas se explica a partir de
un movimiento de adición en el que el contexto se encarga de crear una
sustracción subjetiva.
De
los compuestos de pero hay que
señalar que “pero que” tiene valor concesivo y “empero” un prefijo procedente
de “inde”.
Como
conjunción adversativa sino apareció
en época muy antigua bajo la forma de si
non. Su formación puede explicarse como una elipsis. La forma “sinon”
aparece en el Poema de Mío Cid. La
forma “sino” es ligeramente posterior, dentro del siglo XIII, y la variante leonesa
“senon”, del siglo XII, presenta la alternancia I/E (como “sen”/”sin”) propia
del dialecto.
Vel, posiblemente de un primitivo velsi (aut.Tenía que reforzarse con otras
palabras (rectificación, introducción de un concepto importante: vel potius, vel etiam, etc.). Iba unida
a superlativos, intensificándolos o restringiéndolos, y en latín decadente se
igualaba con et. Estos diferentes
motivos muestran su debilidad y lo proclive que era a la desaparición. Su
puesto fue ocupado por aut.
Aut tenía el valor de elección
exclusiva, entre otros, Gozó de una gran vitalidad, como acredita su persistencia
en todas las lenguas románicas. La reducción del diptongo fue muy antigua, ya
que o aparece en las Glosas silentes y así se transcribe en
todos los documentos. La variante u
está explicada por Juan de Valdés, que en el Diálogo de la lengua rechazaba el uso de u salvo que la palabra siguiente empezara por “o”.
Las
otras conjunciones conservadas son:
-
Nec: antiguo
“nec”/”nin”, moderno ni, con “i”
inexplicada, quizás debida al cruce con el adverbio “ni”.
-
Aut: o
-
Si: si
-
Quare:
antiguo ca
Entre
las conjunciones perdidas encontramos:
-
Etsi: aunque, antiguo Moguer
-
Etiam: también
-
Otras como utque,
sed, nam, quia, igitur y ergo.
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