El
Romanticismo es un movimiento cultural, ideológico y social, artístico y por
supuesto literario que alcanza su esplendor en Europa en la primera mitad del
siglo XIX, aunque como tal movimiento se origina en el Sturm und drang alemán del siglo XVIII.
Su carácter
revolucionario es incuestionable. Supone una ruptura con una tradición, con un
orden anterior y con una jerarquía de valores culturales y sociales en nombre
de una libertad auténtica. Se proyecta en todas las artes y constituye la
esencia de la modernidad.
El
Romanticismo supuso una regeneración o reconstrucción frente a la decadencia
estética del Neoclasicismo. Pero el Romanticismo va más allá, puesto que no solo
supuso la irrupción de la modernidad a principios del siglo XIX, sino la
creación de la esencia de lo moderno tal como se entiende hoy día, ya que legitimó
la libertad de la forma artística, concibió al hombre como una unidad en el
seno de una unidad superior, y le hizo aspirar al infinito mediante la
reconciliación de su mundo interior con el mundo exterior. Todo el arte actual
deriva en cierto modo de la revolución que supuso el Romanticismo.
Aunque la
unanimidad del movimiento romántico reside en una manera de sentir y de
concebir al hombre, la naturaleza y la vida, cada país produce un movimiento
romántico particular, distinto; incluso cada romanticismo nacional desarrolla
distintas tendencias. En Francia o en España se suelen distinguir un
romanticismo de apariencia católica y nacional de otro más liberal y
materialista. En Alemania o Inglaterra se diferencia un primer romanticismo o
prerromanticismo de un segundo movimiento, más maduro y menos teórico.
En cualquier
caso, para situar los inicios del Romanticismo hemos de partir de La Revolución
francesa (1789) que produjo un cambio decisivo en todos los órdenes de la vida:
la política, la sociedad, el pensamiento, la cultura, etc.
A la
Revolución francesa le sucede el Imperio Napoleónico, pero tras su hundimiento
Europa quedó nuevamente sometida a los poderes del Antiguo Régimen, situación
que se mantuvo durante la primera mitad del siglo XIX. No obstante muchos
aspectos habían cambiado definitivamente (y, a pesar del Congreso de Viena, a
los monarcas les resultó difícil regresar a la situación anterior): la herencia
de los ideales políticos y sociales de los enciclopedistas como los derechos
del individuo y de los pueblos, el bienestar de la humanidad, el progreso, etc.
Desde el punto de vista literario quizás lo que más nos interesa señalar por
las repercusiones que tendrá en las obras de este periodo es el nacimiento de
los Movimientos Nacionalistas, que aunque de signo muy diverso, tienen en común
la creencia de que los pueblos con una historia, lengua y costumbres comunes
constituyen una nación y, por lo tanto, tienen derecho a tener su propio estado
independiente de los demás. Numerosos artistas e intelectuales participan de
esta nueva conciencia histórica y plasman en sus obras esta ideología que
contribuye al fortalecimiento del sentimiento nacional. Tras el intento de
Napoleón de gobernar Europa, se suceden las revoluciones sociales que al
escritor romántico le generará ese perpetuo estado de inconformismo por tener
que vivir en una realidad que no le satisface. Junto con el Nacionalismo y las
Revoluciones Burguesas, el Liberalismo constituye la otra gran doctrina de la
primera mitad del siglo XIX. Son muchos los escritores que reflejan en sus
obras aspectos de este movimiento económico y político.
El siglo XIX
en definitiva es la centuria del historicismo, de la revisión de los hechos del
pasado y de la imposición de un concepto distinto de la historia. El
historicismo será una dimensión fundamental del Romanticismo, que cobra
conciencia de la aceleración del paso del tiempo y del deseo de recuperar el
pasado. El hombre romántico, constantemente insatisfecho huye hacia el pasado
para recuperar sus raíces nacionales en un intento de entender el presente. Así
en esta evasión convive el sueño utópico del futuro ya que muchos románticos
son revolucionarios con la nostalgia del pasado. En esta huida el romántico se
refugiará principalmente en la Edad Media puesto que es el periodo de gestación
de las naciones europeas. Este medievalismo romántico influye ampliamente en
todos los géneros literarios y en los estudios históricos y filológicos. Por
otra parte y en relación con el nuevo sentido de la ciencia cabe destacar que
durante el siglo XIX se desarrollarán extraordinariamente las ciencias y se producirán
importantes avances científicos y técnicos que transforman el método
tradicional de vivir. En este periodo y a lo largo de todo el siglo nos
encontramos con dos elementos fundamentales, ciencia y tecnología, que se
configurarán en el motor del progreso; así por ejemplo los descubrimientos en
medicina son fundamentales y gracias a Pasteur se inaugura la era de las
vacunas, al igual que el invento de la máquina de vapor (Watt) y su aplicación
revolucionará la industria. La literatura no es ajena a todo lo anterior y así
nos encontramos con novelas que manifiestan gran interés por todo lo
relacionado con la ciencia y los descubrimientos, para situarse en muchos casos
en contra de la ciencia y añorar el primitivismo que proclamaba Rousseau con el
mito del "buen salvaje". Al romántico, en muchos casos le asusta el
futuro que la ciencia y el progreso anuncian, y quisiera volver a la plena
integración con la Naturaleza, al árbol de la vida, que existió en el Paraíso
antes de que se interpusiera el árbol de la ciencia. Cabe citar en este sentido
la obra de Frankestein o el Moderno
Prometeo de Mary Shelly o algunas de las novelas de Julio Verne. Sin
embargo, según avanza el siglo el llamado Cientificismo Literario se
desarrollará asociado a movimientos como el Realismo y sobre todo el
Naturalismo. En realidad toda la segunda mitad del siglo va a estar dominada
por la exaltación de la ciencia, que se va a convertir en un verdadero dios, lo
mismo que había sucedido con la razón en el siglo XVIII. El hombre de la época
va a confiar en los poderes casi ilimitados de la ciencia como respuesta a los
grandes interrogantes de la vida
La definición
estricta del término romanticismo es difícil de precisar, pero se suele
considerar que el Romanticismo es un amplio movimiento cultural, ideológico y social que se extiende por Europa
en la primera mitad del siglo XIX. Supone una ruptura con la tradición, con un
orden anterior y con una jerarquía de valores culturales y sociales en nombre
de la libertad.
El arte actual
deriva en cierto modo de la revolución que supuso el Romanticismo, por cuanto
este supuso una regeneración o una reconstrucción frente a la decadencia
estética del Neoclasicismo. Pero el Romanticismo supuso también la creación de
la esencia de lo moderno, por cuanto legitimó la libertad de la forma artística,
concibió al hombre como una unidad en el seno de una unidad superior, y le hizo
aspirar al infinito mediante la reconciliación de su mundo interior con el
mundo exterior.
Como decíamos,
el Romanticismo se da en todas las artes, pero es la literatura la forma de
expresión en la que mejor se refleja el espíritu romántico; su característica
esencial es ser una reacción contra el espíritu
racional y crítico de la Ilustración
y el Clasicismo.
Favorecía, ante todo:
-
La conciencia del yo como entidad autónoma, dotada de
capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento.
-
La primacía del genio creador de un universo propio (el
poeta como demiurgo).
-
La valoración de lo diferente frente a lo común, lo que
implica una fuerte tendencia nacionalista.
-
El liberalismo frente al despotismo ilustrado.
-
La originalidad frente a la tradición. Las reglas
clásicas se consideran enemigas de la inspiración y de la libertad de creación.
Cada hombre mostrará lo que le hace único.
-
La creatividad frente a la imitación de lo antiguo.
-
La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la
obra perfecta, concluida y cerrada.
Es propio de
este movimiento un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y
al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad
de la Ilustración en el siglo XVIII. En ese sentido los héroes
románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (como don Juan, el
pirata, Prometeo, etc.)
y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural
que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas
(acción, tiempo y lugar) y la de estilo (ellos mezclan prosa y verso y utilizan
la polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la
asonante. Igualmente, hay una renovación de temas y ambientes, y, por contraste
al Siglo de las Luces (Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y
luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo) y veneran y buscan
tanto las historias fantásticas como la superstición.
Un aspecto importante del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es el
auge que obtuvieron el estudio de la literatura popular (romances o baladas anónimas, cuentos tradicionales, coplas, refranes) y de
las literaturas en lenguas regionales durante este período: la gaélica, la escocesa, la provenzal,
la bretona, la catalana,
la gallega, la vasca... Este
auge de lo nacional y del nacionalismo fue
una reacción a la cultura francesa del siglo XVII, de espíritu clásico y
universalista, difundida por toda Europa en la época de Napoleón.
El
Romanticismo también renovó y enriqueció el limitado lenguaje y estilo
del Neoclasicismo, dando entrada a lo exótico y lo
extravagante, buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las
antiguas o buscando su inspiración en culturas bárbaras y exóticas o en
la Edad
Media, en vez de en Grecia o Roma.
Frente a la
afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y
sentimental («La belleza es verdad»).
También representó el deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los
instintos que presenta el «yo», subjetivismo e imposición del sentimiento sobre
la razón. Frente a los neoclásicos, se produjo una mayor valoración de todo lo
relacionado con la Edad Media, frente a otras épocas históricas.
El estilo
vital de los autores románticos despreciaba el materialismo burgués y
preconizaba el amor libre y el liberalismo en
política, aunque hubo también un Romanticismo reaccionario, representado
por Chateaubriand, que preconizaba la vuelta a los valores
cristianos de la Edad Media. En Alemania, la deriva reaccionaria, que incluía
una invitación a regresar a la Edad Media, también se dejó sentir en la obra de
algunos de sus máximos inspiradores teóricos, como los hermanos August Wilhelm
y Friedrich Schlegel, aunque su paroxismo se
encontraría en el opúsculo "La cristiandad
o Europa" (1799) de Novalis, tal como advirtió el poeta post-romántico Heinrich
Heine en La escuela romántica (1836).
El idealismo extremo y exagerado que se buscaba en todo el Romanticismo
encontraba con frecuencia un violento choque con la realidad miserable y
materialista, lo que causaba con frecuencia que el romántico acabara con su
propia vida mediante el suicidio. La mayoría de los románticos murieron jóvenes. Los
románticos amaban la naturaleza frente a la civilización como símbolo de todo
lo verdadero y genuino.
En el
Romanticismo se cultivan los tres géneros literarios por excelencia: la poesía,
la novela y el teatro, si bien la poesía es el género predilecto para la
expresión de las pasiones y el sufrimiento tan característicos de esta época.
Se cultiva la polimetría, se rompen los moldes de estrofas antiguas y su
importancia es tanta que pasa a formar parte también de obras teatrales y
novelísticas, disolviéndose así los límites entre los géneros.
Pese a que la
lírica es donde más brilla la explosión sentimental romántica, la prosa permite
abordar con mayor detenimiento y precisión cuestiones características del
período como el pensamiento político del periodo (es decir, el nacionalismo),
el análisis del sentimiento amoroso, etc. Los subgéneros más importantes que se
cultivan en el Romanticismo son los artículos periodísticos, la literatura de
viajes, la novela y el teatro fantástico. De todos ellos, es la novela el más
importante desde el punto de vista literario, pues cumple la función de puente
entre el nacimiento del relato moderno del siglo XVIII y la novela realista de
la segunda mitad del siglo XIX. Los novelistas románticos continúan en algunos
casos las tendencias ya existentes como la novela sentimental o introducen
otros subgéneros como la novela intimista, la gótica, la histórica la novela
por entregas y el cuento que tanta importancia tendrá en este siglo.
Por su parte
el teatro es el género más popular entre la burguesía y el más adecuado para
plantear la defensa de las nuevas ideas. Buena prueba de ello es el estreno de Hernani de Victor Hugo que se convirtió
en una verdadera batalla entre los defensores de las reglas neoclásicas y los
partidarios de la libertad literaria. En materia creativa, el teatro de esta
época se define por la ruptura de cualquier tipo de regla. Shakespeare y
autores españoles como Tirso de Molina o Lope de Vega se convierten en el
modelo a seguir.
En cuanto al
estilo se caracterizó por una renovación estilística que se resume en el empleo
de recursos efectistas y declamatorios a través de la función emotiva del
lenguaje (imprecaciones, interrogaciones, exclamaciones, presencia del yo) y en
el enriquecimiento del lenguaje literario mediante la inclusión de abundantes
recursos retóricos.
La gran
novedad de los escritores románticos reside también en que se ocupan de la
reflexión y teorización sobre la labor creativa. Muchos autores se esforzarán por
explicar su manera de entender la creación literaria, convirtiendo la reflexión
literaria en un tema más de su composición artística.
La figura literaria
clave en el Romanticismo es el escritor alemán Goethe, quien a pesar de
mantener aún muchos de los rasgos de la Ilustración, presenta otros
decididamente románticos, como la defensa de la libertad de creación del
artista, el rechazo de todo sometimiento a cualquier regla, el abordar temas
propios del Romanticismo como la rebeldía y las pasiones amorosas desbocadas o
el situar la acción de sus obras en ambientes nocturnos y misteriosos. La
descripción del paisaje es un elemento que permite reflejar los sentimientos de
los personajes. A él le debemos las obras iniciadoras del período: Las desventuras del joven Werther escrita
en 1774 en pleno fervor del “Sturm un Drang”, y sobre todo Fausto (cuya primera parte es de 1808
y de 1831 la segunda) que recrea la antigua leyenda alemana en la que el
protagonista vende su alma al diablo.
La literatura romántica se extiende desde
mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. En este periodo de
tiempo podemos diferenciar tres etapas: el prerromanticismo (que tiene como
centro el movimiento alemán “Sturm und Drang -la tormenta y el ímpetu- como
hemos visto), el Romanticismo pleno y el Post-romanticismo, que convive con
otras corrientes literarias como el Realismo (a este romanticismo tardío
pertenecen Bécquer y Rosalía de Castro, por ejemplo). Aunque la unanimidad del
movimiento romántico reside en una manera de sentir y de concebir al hombre, la
naturaleza y la vida, cada país produce un movimiento romántico particular y
distinto; además cada romanticismo nacional desarrolla distintas tendencias. En
Francia o en España se suelen distinguir un romanticismo de apariencia católica
y nacional de otro más liberal y materialista. En Alemania o Inglaterra se
diferencia un primer romanticismo de un segundo movimiento, más maduro y menos
teórico.
Para terminar citaremos
a algunos de los personajes románticos que, desligándose de sus autores, se han
convertido en auténticos mitos culturales y referentes por sí mismos como
Fausto, Frankenstein, don Juan y Carmen.
Poesía romántica
El
romanticismo se caracteriza por la libertad artística. La Revolución Francesa
(1789) sienta las bases de este movimiento con las ideas de libertad, igualdad
y fraternidad. A ello se añade el predominio del espíritu sobre la razón que
defiende la filosofía idealista alemana de los siglos XVIII y XIX.
El
Romanticismo se caracteriza por aspectos como la libertad artística, el rechazo
de toda norma, la rebeldía, la evasión en el tiempo y en el espacio, el
individualismo y subjetivismo, la presencia de una naturaleza que refleja los
sentimientos del poeta, la presencia de los sobrenatural o la exaltación de los
valores nacionales.
Poesía
romántica alemana
La poesía romántica
alemana había tenido el precedente de los autores del “Sturm und Drang”. Este
movimiento destacaba la superioridad de los sentimientos y las emociones sobre
la razón.
En la poesía
romántica alemana destacan los siguientes autores:
• Hölderlin (1770-1843): Sus creaciones estaban dotadas de gran sensibilidad y nostalgia, y su lenguaje se caracterizó por sus imágenes y símbolos. Destaca su composición El archipiélago, en la que canta su nostalgia por la Grecia clásica.
• Novalis (1772-1801) Escribió Himnos a la noche, en la que la noche es la descubridora del verdadero sentido del mundo y hace posible el retorno a una divinidad que el día ha corrompido.
• Hölderlin (1770-1843): Sus creaciones estaban dotadas de gran sensibilidad y nostalgia, y su lenguaje se caracterizó por sus imágenes y símbolos. Destaca su composición El archipiélago, en la que canta su nostalgia por la Grecia clásica.
• Novalis (1772-1801) Escribió Himnos a la noche, en la que la noche es la descubridora del verdadero sentido del mundo y hace posible el retorno a una divinidad que el día ha corrompido.
Poesía
romántica inglesa
La poesía
romántica inglesa tiene algunos precedentes como Young y Blake. En ella
encontramos por una parte a los llamados Poetas
de los lagos y, por otro, a los llamados rebeldes o satánicos. Los poetas de los lagos reciben ese nombre
porque sus componentes residieron una temporada en la región de los lagos de
Inglaterra. Entre ellos destacan Wordsworth (con una poesía que se centra en el
análisis del yo, la meditación solitaria y la emoción producida por la
contemplación de la naturaleza) y Coleridge, que destaca por su “Balada del viejo marinero”. En esta
balada cuenta la historia de un marinero que fue castigado por matar a un
albatros con la muerte de toda su tripulación. Sin embargo, al final es
perdonado por un ermitaño, el cual le impone como penitencia el contar su
historia. Por otra parte, el grupo de los poetas rebeldes o satánicos fueron llamados
así porque hicieron de su vida y su obra un acto de rebeldía contra la sociedad
y la moral que imperaban en la época.
Los poetas más importantes en este grupo son Lord Byron, quien crea personajes
marginados y rebeldes, que se preocupan solo por sus necesidades personales.
Destaca su poema Caín, en la que la historia
bíblica se convierte en un reflejo de la rebelión romántica contra la
injusticia divina por elegir a Abel y no a Caín, contra la divinidad que ha
creado al género humano para que pague la culpa de sus primeros progenitores.
Otro poeta destacado es Percy B. Shelley, que compuso Adonais, una elegía por la muerte de Keats en la que hay una
aceptación serena de la muerte. Esta siempre será derrotada por la inmortalidad
del espíritu humano. También escribió el drama Prometeo liberado, que cuenta la historia de la liberación de
Prometeo como rechazo de cualquier forma de tiranía. Por último podemos
destacar a Kyats y su “Oda a una
urna griega”, que trata sobre el poder inmortalizador de la belleza, en las
producciones artísticas de los antiguos griegos.
Poesía romántica francesa
En ella destaca
Víctor Hugo con sus Odas y baladas,
que contienen una evocación de la infancia y episodios históricos, y Las contemplaciones, donde expresa el
dolor que le han causado el destierro y la muerte de su hija. Por otra parte
encontramos a Alphonse de Lamartine con Meditaciones
poéticas, en las que refleja la melancolía amorosa y la tristeza por la
muerte de la amada.
Novela histórica
La novela
romántica es esencialmente histórica, está ambientada en el pasado, normalmente
en la Edad Media. Esta ambientación es un reflejo del nacionalismo romántico
porque se considera a la Edad Media la época de gestación de las naciones
europeas.
Entre los
autores más relevantes de esta novela se encuentra en primer lugar Walter Scott,
cuyos personajes son planos, con una personalidad que no es analizada con
profundidad. Scott escribió Ivanhoe,
que presenta el conflicto entre normandos y sajones por el trono de Inglaterra
en el siglo XII. En esta obra el protagonista es el joven valeroso sajón
Ivanhoe, que se enfrenta al cruel Juan Sin Tierra, rey que había usurpado el
trono a Ricardo Corazón de León. Otro de los autores más relevantes es
Alexandre Dumas, quien escribió Los tres
mosqueteros y El conde de Montecristo.
Por otra parte, entre las novelas de Víctor Hugo destacan Nuestra señora de París, que cuenta los amores desgraciados de
Cuasimodo (campanero jorobado de la catedral de Notre Dame) y la gitana
Esmeralda a la que ha raptado. Hugo compuso también Los miserables, que trata de la historia de un hombre (Jean
Valjean) que después de pasar muchos años en prisión intenta iniciar una nueva
vida. Dentro de esta novela histórica debemos hablar también del ruso Pushkin
con La hija del capitán (novela
histórico-legendaria cuya protagonista es una mujer) y al italiano Manzoni con Los novios.
Fuera de la
novela histórica podemos destacar también la novela sentimental Orgullo y prejuicio de Jane Austen y la
novela gótica Frankenstein de Mary
Shelley.
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