Alonso
de Ercilla y Zúñiga (Madrid, 1533-1593) embarcó para las Indias tras recibir
instrucción como paje. Permaneció en América durante ocho años, tras los cuales
regresó a España y entró en la corte de Felipe II, donde se ocupó de escribir
la primera parte de la Araucana (1569),
dedicada al rey.
Después
de participar en servicios diplomáticos, expediciones y campañas, publicó la
segunda parte de la Araucana en 1578,
y la tercera parte en 1589. En esta época debió caer en desgracia.
La
Araucana es un poema épico en el que
la historia contemporánea se vio elevada a la dignidad de la epopeya. Se
considera el primer modelo y el más elevado de la epopeya clásica en la España
del siglo de oro.
Con
respecto a la elaboración del poema, se debe al conocimiento directo de la
guerra por parte del autor los hechos que se refieren en la Araucana, exceptuando el contenido de
los primeros quince cantos que recogen sucesos anteriores a su llegada. El
mismo Ercilla describe en el prólogo cómo fue escribiendo su obra.
No
existió un plan armónico de las partes en la estructura total. El poema está
interrumpido por digresiones que retardan el curso de la acción (Dido, batalla
de San Quintín, episodio de Lepanto, etc.), pero esto no quiere decir que la
obra no tenga unidad o no se ajuste a las normas de la preceptiva, ya que está
escrita conforme al patrón clásico en el renacimiento español.
La
Araucana está formada por una
implicación de autor-narrador. El autor vuelca sus experiencias y sus
sentimientos en el poema. Ercilla manifiesta su amor y fidelidad al rey Felipe
II, al que sirvió desde su niñez introduciendo en el poema el episodio de
la batalla de san Quintín. Otro ejemplo
es la descripción de su esposa doña María Bazán, a la que alude en el canto
XVIII:
Era de tierna edad, pero mostraba
En su sosiego discreción madura,
Y mirarme parece la inclinaba
Su estrella, su destino y mi ventura
Ercilla
trata varios temas en la Araucana
como el de la fortuna cuyos altibajos canta continuamente. La obra es un
homenaje al honor y al heroísmo, pero especialmente es un canto al pueblo
vencido, fuerte y orgullos. Trata ante todo de mostrar el valor del enemigo:
“Todo esto he querido hacer para prueba y en abono del valor destas gentes…”
Los
araucanos se muestran no solo como guerreros de valor temerario sino que
también guerreaban con arte de consumados estrategas. En los cantos III y IV se
cuenta que estaban organizados para combatir y se adaptaban a las condiciones
del suelo.
El
tema principal de la obra podría ser englobado en el carácter que esta cobra de
lucha entre gigantes.
Los
protagonistas de esta lucha son los araucanos y también destacan algunas
figuras de españoles como Valdivia y Lope de Aguirre.
El
personaje central del poema y que representa al héroe es Caupolicán.
La
acción básicamente se desarrolla en Chile pero se entremezcla con andanzas
europeas de Ercilla. El último canto trata de justificar la guerra en la esfera
del derecho natural y las pretensiones de Felipe II sobre Portugal. Ercilla
termina prometiendo enmendar su vida:
Conociendo mi error, de aquí en adelante
Será razón que llore y que no cante.
Tiene
rasgos homéricos en las descripciones de las batallas y encuentros personales,
y sobre todo en las comparaciones expresivas, variadas y ricas, tomadas
especialmente del orden zoológico y que alejan al poema de un estilo
formulario.
El
poeta se ve obligado a pintarnos el paisaje por donde deambula el héroe. La
visión del paisaje en la Araucana es
la visión de un paisaje de égloga estilizada, ya que las fuentes de Ercilla
fueron de Lucano, Virgilio, Petrarca, Boccaccio y Ariosto. Ercilla no puede
crear una visión del paisaje distinta a la de su tiempo y su medio. Sin
embargo, se ha criticado a Ercilla su falta de fantasía, cualidad
característica del poeta épico, y la verdadera ternura del sentimiento. Sin
ellas, el poema se reduce a una rapsodia más o menos acompasada por el chocar
rítmico de las armas.
Ercilla
destaca por su realismo, por su honestidad y por la humanidad de su visión y
sus sentimientos. Es el primero en abanderarse. Es el ser humano que vive las
tremendas horas de la guerra y las plasma en sus versos.
Aunque
por razones poéticas ha evocado un tipo fuera de la realidad, cuyo nombre no
corresponde a los araucanos, estos poseen una tremenda fuerza expresiva
psicológica.
Si
hubiera que calificar la Araucana
dentro de un género, habría que denominarla epopeya. Se iría más allá de este
término, ya que sería una epopeya clásica.
Pertenece
al movimiento renacentista con la vuelta al clasicismo. A la vez, se ciñe tanto
a modelos homéricos o virgilianos que perfectamente podría haber sido escrita
por ellos si, en lugar de hablar de Caupolicán y Chile, hablase de Ulises y
Troya o Eneas y Roma. Cada imagen y cada comparación es un calco perfecto de
las imágenes y comparaciones de la Ilíada
y la Odisea.
La
intervención en el Canto II del anciano Colocolo se asemeja bastante a la
actuación de Néstor en la Ilíada.
Sin
embargo, por encima de todo rasgo homérico está el sobrio estilo de Ercilla.
Nos encontramos con un hombre humilde, sencillo, preocupado porque su obra sea
bien aceptada y rogando para que le disculpen los fallos que pueda tener. Ya en
el prólogo da muestras de ello:
“Y por ello y por la humildad con que va la
obra espero que será parte para poder sufrir, quien la leyere, los fallos que
lleva”.
También
llega a disculparse quejándose de no saber hacer otra cosa:
“Todo ha de ser batallas y asperezas,
discordia, fuego, sangre, enemistades…
que al mismo Marte ya pondrán hastío,
agotando un caudal mayor que el mío”
Pese
a esta humildad que le caracteriza, Ercilla es consciente de que está creando
una obra de arte, y llega incluso a invocar a las musas para embellecer su
lenguaje:
“Decidme, oh sacras musas, vuestra fuente
Y dadme nuevo espíritu y aliento,
Con estilo y lenguaje conveniente
A mi arrojado y grande atrevimiento.”
(Canto XXIV)
Llega
incluso a señalar fechas para dar mayor veracidad a lo que cuenta.
Hay
descripciones de las ropas y vestidos de los araucanos, de sus costumbres y
cualidades, de su modo de vivir. En la figura de Caupolicán encontramos a un
magnífico representante de su pueblo, pero también la perfecta imagen de Héctor
en lo que se refiere a fuerza y valor:
Era este noble mozo de alto hecho
Varón de autoridad, grave y severo,
Amigo de guardar todo derecho,
Áspero, riguroso y justiciero.
Ercilla
se recrea en la figura de este jefe demostrando su gran admiración. En el
fondo, y esto se le reprochaba al publicar el libro, pretende mostrarnos el
mundo de los araucanos limpiamente, sin que el odio ni el orgullo lo vencieran.
Uno de los fragmentos más representativos de su respeto y admiración por estos
hombres se ve reflejado en el canto XXI, donde compara a Tegualda, la indígena
que ruega llevarse el cadáver de su marido Crepino, con mujeres de la historia
famosas por su amor:
Judith, Camila, la fenicia Dido,
Penélope, Lucrecia…
Hippo, Tucia, Virginia, Fluvia, Clelia,
Porcia, Sulpicio, Alcestes y Cornelia.
Sin
embargo, este rasgo de realismo no se ve plenamente desarrollado cuando se
trata de describir el paisaje o a Glaura, a quien no duda en aplicarle los
caracteres físicos de la mujer renacentista. Nos la presenta con una
Nariz perfecta, boca colorada,
Los dientes en coral fino engastados…
Tal
vez esta sea una de las cosas que hay que “reprocharle” a la Araucana junto con las continuas
digresiones.
Nos
introduce constantemente a Felipe II para narrarnos la batalla de Lepanto o
darnos a conocer, por medio de vaticinios del hechicero Fitón, lo que va a
ocurrir en la batalla de San Quintín.
No
utiliza ningún tipo de recurso especial para introducirnos en esos detalles,
pero esto sí ocurre en el relato de la historia de Dido.
El
recurso del que se sirve no es otro que el de que a petición de sus amigos debe
contar estos hechos con la excusa de amenizar la noche.
Dido
no es el único elemento de la historia de Roma que introducirá. Junto con la
constante alusión a Vulcano, Marte y otros dioses (sobre todo Marte, porque es
el que preside el libro como puede verse ya en la primera página:
Venus y Amor aquí no alcanzan parte,
Solo domina el iracundo Marte)
Nos
encontramos con que compara el incendio de la ciudad de la Concepción con el de
Roma.
Cabe
decir que a lo largo de la obra encontramos mucho del Ercilla guerrillero y
poeta. Pero el verdadero Ercilla, ¿dónde está? Se le descubre mejor en las dos
o tres primeras estrofas de cada canto donde hace una especie de sentencias y
consejos, mostrándose su opinión y sus inquietudes sobre el hecho determinado
que va a contar. Hará abundantes referencias a la Fortuna e invocará a Cristo.
En
sí las octavas reales de la Araucana
obligan a su autor a ceñirse a un metro rígido. Así se darán muchos
encabalgamientos e hipérbatos.
Además,
reminiscencias de poetas precolombinos, encontraremos anáforas, construcciones
paralelísticas y aliteraciones junto a la gran abundancia de adjetivos y
enumeraciones. Pese a ello, lo que más destaca es sin duda la perfección de sus
imágenes y comparaciones.
Con
todo, hallamos una obra grandiosamente clásica, genuinamente araucana y el
único gran poema épico originado por la conquista americana. Durante un tiempo fue leída como una crónica
verídica de los sucesos de Chile.
Recordaremos
que la Araucana de Ercilla dio pie a
que el poeta chileno Pedro de Oña escribiera en 1596 Arauco domado, el primer texto poético publicado por un autor
nacido en Chile.
que tipo de lenguage literario utiliza
ResponderEliminarAnte todo, gracias por comentar en el blog. Como poema épico, la Araucana presenta hechos y los convierte en leyenda, en ejemplo de heroísmo. Para ello se vale de múltiples recursos retóricos a través de descripciones, tales como la personificación, la comparación y la metáfora. Con el campo semántico de la guerra, aparece la antítesis entre españoles y araucanos. Además enumera a los valientes e intrépidos.
EliminarEsperamos que te sirva este resumen como respuesta. Un saludo.