sábado, 25 de abril de 2015

Notas para comentar el Soneto V de Garcilaso de la Vega




Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Esta composición es una de las más conocidas del poeta toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), introductor en España junto con Boscán de la lírica renacentista de influencia italiana y máximo exponente de este movimiento poético durante la primera mitad del siglo XVI. Garcilaso representa al perfecto cortesano renacentista del que hablaba Baltasar de Castiglione, pues conjuga en su persona “armas y letras”. Así, era soldado, hombre de palacio, poeta y amante. Considerado como el primer poeta moderno por su tratamiento del tema amoroso, cultivó una poesía intimista, melancólica, cuyo estilo se caracteriza por la claridad, la naturalidad y el buen gusto.
Su producción literaria es breve y exclusivamente poética. En metros italianos compuso tres églogas, dos elegías, cinco canciones, una oda, una epístola y treinta y ocho sonetos. Este poema es el soneto V y está dedicado probablemente a Isabel Freyre, una dama de la corte portuguesa, musa de su poesía, a través de la cual marcará los vaivenes del sentimiento amoroso. Este poema pertenece a la época de plenitud del poeta (iniciada a partir de 1532), y muestra el perfecto manejo del arte italianista que poseía Garcilaso.
Este soneto trata sobre la descripción del amor que siente el poeta hacia una mujer. Ya desde el primer verso aparecen los distintivos del emisor (mi) y la destinataria de la composición (vuestro). Podemos considerar catafóricos losyo y vos” que aparecen en el poema. Ese vos evidencia la época en que fue escrito el poema (el siglo XVI) y podemos encontrarlo en los versos 3, 4, 6, 13 y 14. A lo largo de todo el poema, la amada es la responsable del nacimiento de ese sentimiento amoroso (vos sola lo escribisteis), lo que le confiere unas cualidades que la elevan por encima de los demás seres, y que son muestra del amor platónico. Esta forma de tratar el asunto amoroso se relaciona también con la poesía petrarquista y alcanza su punto álgido en el segundo cuarteto, al vincular el amor hacia esa mujer con la fe. Igualmente, y como contraposición, el hombre es un ser pasivo que se ve obligado a amarla por la fuerza de ese sentimiento que ella genera (yo lo leo/tan sólo; yo no nací sino para quereros).
Por otra parte, al analizar el poema, podemos distinguir en su estructura interna cuatro partes, que coinciden con la división estrófica:
a)    Entre los versos 1 y 4 encontramos la descripción de cómo la amada lo abarca todo. Hay un desbordamiento del amor que le profesa. Está en su alma (Escrito está en mi alma vuestro gesto) y así controla su cuerpo y su mente. Es la dueña de su ser y de sus actos, hasta el punto de que el poeta no tiene el poder de crear, sino que solo puede describir. Podemos recordar para comprender mejor la importancia de esta idea que los poetas del XVI tenían conciencia de ser creadores.
b)    En los versos 5 a 8 podemos observar la intemporalidad de su amor. El poeta siente admiración hacia ella, lo que sus ojos ven sobrepasa su entendimiento (aunque no cabe en mí cuanto en vos veo) y esto le hace bien, ya que le lleva a ejercitar la fe como medida equilibrante (tomando ya la fe por presupuesto), esa fe que se necesita para creer en la perfección de Dios y que ahora es necesaria para poder creer y comprender la perfección de la dama.
c)    Entre los versos 9 y 11 presenta el poeta su razón de vivir (Yo no nací sino para quereros). Su alma ya no está desnuda, porque ella es su vestimenta y su acabado (mi alma os ha cortado a su medida).
d)    En el último terceto (versos 12 a 14) muestra su agradecimiento por que su vida y muerte le pertenezcan (Cuanto tengo confieso yo deberos). La dama se sitúa en un plano superior. Y aparece un lenguaje religioso mediante el cual expresa que pone su vida bajo la voluntad de su amada.
Se suele tomar el soneto como un texto poético en el que se presenta una idea en el primer cuarteto, se desarrolla a lo largo del segundo cuarteto y del primer terceto, y se concluye en la última estrofa o segundo terceto. Entre los cuartetos, esta relación temática se comprueba en este caso con el uso del anafórico esto (en el verso 4, aun de vos me guardo en esto, y en el 5, En esto estoy y estaré).
Ya hemos comentado anteriormente cuál es la idea principal y ahora debemos señalar cuáles son los elementos que dotan de cohesión al poema.
En primer lugar y por lo que respecta a la métrica, el soneto está formado como sabemos por dos cuartetos y dos tercetos, compuestos por versos endecasílabos, de arte mayor, cuya rima es consonante. Su esquema métrico es 11A, 11B, 11B, 11A; 11A, 11B, 11B, 11A; 11C, 11D, 11E; 11C, 11D, 11E.
Todo el soneto supone una hipérbole o exageración de la presencia de la amada en la vida del poeta. Sin embargo no es una exageración que sobrepase los límites del equilibrio.
Empieza adentrándose en la espiritualidad del hombre, no se acoge a ninguna referencia carnal, sino espiritual, ya que se refiere a lo eterno (el alma). No es un amor carnal, físico, sino una adoración.
En el primer verso destaca un hipérbaton (Escrito está en mi alma vuestro gesto). Hay dos intenciones posibles en la utilización de este recurso. Por una parte, permite darle un sentido más lejano al tiempo, ya que “Está escrito” es una frase del Evangelio. Por otra parte, el cambio en el orden de las palabras permite destacar gesto, una metonimia que representa a la amada.
En el primer cuarteto podemos destacar en primer lugar la aliteración del sonido /s/, mediante la cual el poeta parece estar revelando un secreto en voz baja, susurrando, como si no quisiera revelarlo ni siquiera a la dama.
También aparece en estos primeros versos la metáfora más original del poema, con el alma del poeta como papel en que la dama escribe el sentimiento amoroso que recorre toda la composición.
Por otra parte, también en este primer cuarteto destaca el juego entre yo y vos, ella escribe, él lo lee. Ella ejecuta, él obedece. El poeta no es creador, solo cuenta lo que ya existe: la belleza que le supera. Se remarca con el encabalgamiento abrupto del tercer verso que resalta el verbo leo” (yo lo leo/ tan solo, que aun de vos me guardo) y que refuerza también la cruel impresión que la amada ha dejado en él, una huella imborrable en el alma.
En el quinto verso utiliza el verbo en presente y en futuro para explicar lo eterno de su amor (estoy y estaré siempre puesto). Los adverbios de cantidad “tanto y “cuanto, que constituyen una aliteración, sirven para agrandar los conceptos. Retóricamente expresa la superioridad de la mujer que ama sobre él con la expresión “no cabe en mí”. Usa la fe como respuesta a su impotencia y muestra su religiosidad, en los versos 7 y 8 , mediante el hipérbaton que ensalza el verbo creo” (de tanto bien lo que no entiendo creo,/ tomando ya la fe por presupuesto).
En los tercetos, el estilo directo se refuerza con el “Yo” del principio. Ningún otro hombre ha nacido para quererla del mismo modo.
En el primer terceto destaca la palabra “hábito” que aquí se ajusta a la vestimenta (os ha cortado a su medida), pero también a la costumbre seguida de amarla (por hábito del alma mismo os quiero). Además encontramos una personificación del alma cuando expresa que “ha cortado a su medida. Así, podemos observar una equiparación del alma con un sastre, lo que permite seguir utilizando la metáfora del hábito. En el verso 9 encontramos una referencia a la predestinación (no nací sino para quereros), presentando el amor que siente como una realidad que se cumple en el verso 11 (os quiero).
El último terceto es una alegoría vida-muerte que representa la gratitud del poeta hacia la dama por haber otorgado sentido a su vida. Por otra parte, podemos destacar la anáfora por vos” que aparece en los versos 13 y 14 (por vos nací, por vos tengo la vida,/ por vos he de morir, y por vos muero). El nacimiento como persona, amante y poeta que ya mencionábamos, se lo debe a la dama. E igualmente, si se produce su muerte porque la dama no le corresponda también se la deberá a ella. Este último terceto puede considerarse una sentencia que resume el contenido del soneto completo.
En general en el poema encontramos el gusto por el juego verbal. Por una parte, encontramos un mismo verbo conjugado en personas y tiempos diferentes: escrito, escribir y escribisteis en los tres primeros versos; Quereros, quiero en los versos 9 y 11; y he de morir y muero en el verso final. Por otra parte, se refuerza lo que se desea expresar mediante la estructura sintáctica bimembre en los versos 5 (En esto estoy y estaré siempre puesto) y 14 (por vos he de morir, y por vos muero). También mediante la antonimia (“escribisteis-leo” o “nací-muero”), la repetición (nací” aparece en los versos 9 y13, por ejemplo) y la sinonimia (lo que no entiendo creo del verso 7).
Sintácticamente, resulta llamativo que el hipérbaton más abundante sea el que traslada el verbo principal al final de verso (deseo, leo, veo, creo,…) así como el asíndeton general en todo el poema y el paralelismo-enumeración de los dos versos finales, cuyo significado se puede explicar gracias a la palabra clave alma. En el alma se registra el sentimiento amoroso, que comienza a través del sentido de la vista (no cabe en mí cuanto en vos veo) y que es lo que le da el verdadero sentido a la vida del enamorado. La misión última de este es morir, en un remozado servicio de amor (por vos he de morir y por vos muero).
En otro sentido, podemos señalar que el tema del texto condiciona el uso de sustantivos y adjetivos relacionados con el amor y la fe, y así encontramos términos relacionados con lo divino, como “alma” y “fe”, pero también con lo terrenal (vida y muerte, por ejemplo) y con el amor, como “deseo” y “gesto.
Para concluir, podemos decir que Garcilaso de la Vega coloca a su amada en un lugar superior y elevado, por encima de él mismo, hasta el extremo de que vive y muere por ella. Ya no es Dios quien controla su vida, sino su dama, y es ella quien marca la trayectoria vital del poeta. Siguiendo los tópicos del amor cortés, se diviniza a la amada. El culto al amor y a la dama, tratado como reflejo de la religión cristiana, recuerda a la lírica medieval.


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