Escrito
está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Esta
composición es una de las más conocidas del poeta toledano Garcilaso de la Vega
(1501-1536), introductor en España junto con Boscán de la lírica renacentista de influencia italiana y máximo exponente de este
movimiento poético durante la primera mitad del siglo XVI. Garcilaso representa
al perfecto cortesano renacentista del que hablaba Baltasar de Castiglione,
pues conjuga en su persona “armas y letras”. Así, era soldado, hombre de palacio, poeta y amante.
Considerado como el primer poeta moderno por su tratamiento del tema amoroso,
cultivó una poesía intimista, melancólica, cuyo estilo se caracteriza por la
claridad, la naturalidad y el buen gusto.
Su
producción literaria es breve y exclusivamente poética. En metros italianos compuso tres églogas, dos elegías, cinco canciones, una oda, una epístola y
treinta y ocho sonetos. Este poema es el soneto V y está dedicado probablemente a Isabel Freyre, una dama de la corte portuguesa, musa de su poesía, a través de la cual marcará los vaivenes del
sentimiento amoroso. Este poema pertenece a la época de plenitud del poeta (iniciada a partir
de 1532), y muestra
el perfecto manejo del arte italianista que poseía Garcilaso.
Este soneto trata sobre la descripción
del amor que siente el poeta hacia una mujer. Ya desde el primer verso aparecen
los distintivos del emisor (mi) y la destinataria de la composición (vuestro). Podemos considerar catafóricos los “yo” y “vos” que aparecen en el poema. Ese vos evidencia la época en que fue escrito el poema (el siglo XVI) y podemos encontrarlo en los
versos 3, 4, 6, 13 y 14. A lo largo de todo el poema, la amada es la responsable del nacimiento de
ese sentimiento amoroso (vos sola lo escribisteis),
lo que le confiere unas cualidades que la elevan por encima de los demás seres, y que son muestra del amor
platónico. Esta forma de tratar el asunto amoroso se relaciona también con la poesía
petrarquista y
alcanza su punto álgido en el segundo cuarteto, al vincular el amor hacia esa mujer con la fe.
Igualmente, y como contraposición, el hombre es un ser pasivo que se ve obligado a amarla por la fuerza de ese
sentimiento que ella genera (yo lo leo/tan sólo; yo no
nací sino para quereros).
Por otra parte, al analizar el poema, podemos distinguir en su estructura
interna cuatro partes, que coinciden
con la división estrófica:
a)
Entre los versos 1 y 4 encontramos la
descripción de cómo la amada lo abarca todo. Hay un desbordamiento del amor que le profesa. Está en
su alma (Escrito está en mi alma vuestro
gesto) y así controla su cuerpo y su mente. Es la dueña de su ser y de sus actos, hasta el punto de que
el poeta no tiene el poder de crear, sino que solo puede describir. Podemos recordar para comprender mejor la
importancia de esta idea que los poetas del XVI tenían
conciencia de ser creadores.
b)
En los versos 5 a 8 podemos observar
la intemporalidad
de su amor. El poeta siente admiración hacia ella, lo que sus ojos ven sobrepasa su entendimiento (aunque no cabe en mí cuanto en vos veo) y esto le hace bien, ya que le lleva a ejercitar la fe como medida equilibrante (tomando ya la fe por presupuesto), esa fe que se necesita para creer en la perfección
de Dios y que ahora es necesaria para poder creer y comprender la perfección de la dama.
c)
Entre los versos 9 y 11 presenta el
poeta su razón
de vivir (Yo no nací sino para quereros). Su alma ya no está
desnuda, porque ella
es su vestimenta y su acabado (mi alma os ha cortado a su
medida).
d)
En el último terceto (versos 12 a 14)
muestra su agradecimiento
por que su vida
y muerte le pertenezcan (Cuanto tengo confieso yo
deberos). La dama se
sitúa en un plano superior. Y aparece un lenguaje religioso mediante el cual expresa que
pone su vida bajo la voluntad de su amada.
Se
suele tomar el soneto como un texto poético en el que se presenta una idea en el primer cuarteto, se desarrolla a lo largo del segundo
cuarteto y del primer
terceto, y se
concluye en la última
estrofa o segundo terceto. Entre los cuartetos, esta relación temática se comprueba en este caso
con el uso del anafórico “esto” (en el verso 4, aun de vos me guardo en esto, y en el 5, En esto estoy y estaré).
Ya hemos comentado anteriormente cuál es la idea principal y ahora
debemos señalar cuáles son los elementos que dotan de cohesión al
poema.
En
primer lugar y por lo que respecta a la métrica, el soneto está formado como sabemos por dos
cuartetos y dos tercetos, compuestos por versos endecasílabos, de arte mayor, cuya rima es consonante. Su
esquema métrico es 11A, 11B, 11B, 11A; 11A, 11B, 11B, 11A; 11C, 11D, 11E; 11C,
11D, 11E.
Todo
el soneto supone una hipérbole o exageración de la presencia de la amada en la
vida del poeta. Sin embargo no es una exageración que sobrepase los límites del
equilibrio.
Empieza
adentrándose en la espiritualidad del hombre, no se acoge a ninguna referencia
carnal, sino
espiritual, ya que se refiere a lo eterno (el alma). No es un amor carnal, físico, sino una adoración.
En
el primer verso destaca un hipérbaton (Escrito está en
mi alma vuestro gesto). Hay dos intenciones
posibles en la utilización de este recurso. Por una parte, permite darle un sentido más lejano al tiempo, ya que “Está escrito” es una frase del Evangelio.
Por otra parte, el cambio en el orden de las palabras permite destacar “gesto”,
una metonimia que representa a la amada.
En el primer cuarteto podemos destacar en primer
lugar la aliteración del sonido /s/, mediante la cual el poeta parece estar
revelando un secreto en voz baja, susurrando, como si no quisiera revelarlo ni
siquiera a la dama.
También aparece en estos primeros versos la
metáfora más original del poema, con el alma del poeta como papel en que la
dama escribe el sentimiento amoroso que recorre toda la composición.
Por otra parte, también en este primer cuarteto destaca el juego entre “yo” y “vos”, ella escribe, él lo lee.
Ella ejecuta, él obedece. El poeta no es creador, solo cuenta lo que ya existe: la belleza que le supera. Se remarca con el
encabalgamiento abrupto del tercer verso que resalta el verbo “leo” (yo lo leo/ tan solo, que aun de vos me
guardo) y que refuerza también la
cruel impresión que la amada ha dejado en él, una huella imborrable en el alma.
En
el quinto verso utiliza el verbo en presente y en futuro para explicar lo eterno de su amor (estoy y estaré siempre puesto). Los adverbios de cantidad “tanto” y “cuanto”, que constituyen una
aliteración, sirven para agrandar
los conceptos. Retóricamente expresa la superioridad de la mujer que ama sobre
él con la expresión “no cabe en mí”.
Usa la fe como respuesta a su impotencia y muestra su religiosidad, en los versos 7 y 8 , mediante el hipérbaton
que ensalza el verbo “creo” (de tanto bien lo que no
entiendo creo,/ tomando ya la fe por
presupuesto).
En los tercetos, el estilo directo se refuerza con
el “Yo” del principio. Ningún otro hombre ha nacido para quererla del mismo
modo.
En
el primer terceto destaca la palabra “hábito” que aquí se ajusta a la
vestimenta (os ha cortado a su medida), pero también a la
costumbre seguida de amarla (por hábito del alma mismo os
quiero).
Además encontramos una personificación del alma cuando expresa que
“ha cortado a su medida”. Así, podemos observar una equiparación del alma con un sastre, lo que permite seguir utilizando la metáfora del
hábito. En el verso 9 encontramos una
referencia a la predestinación (no nací sino para quereros), presentando el amor que siente como una
realidad que se cumple en el verso 11 (os quiero).
El
último terceto es una alegoría vida-muerte
que representa la gratitud del poeta hacia la dama por
haber otorgado sentido a su vida. Por
otra parte, podemos destacar la anáfora “por vos” que aparece en los versos
13 y 14 (por vos nací, por vos tengo la vida,/ por vos he de morir, y por vos muero). El
nacimiento como persona, amante y poeta que ya mencionábamos, se lo
debe a la dama. E igualmente, si se produce su
muerte porque la
dama no le corresponda también se la deberá a ella. Este
último terceto puede considerarse una sentencia que resume el contenido del soneto completo.
En general en el poema encontramos el gusto por el juego verbal. Por una parte, encontramos un mismo verbo conjugado en personas y tiempos diferentes: escrito, escribir y escribisteis en los tres
primeros versos; Quereros, quiero en los versos 9 y 11; y he de morir
y muero
en el verso final. Por otra parte, se refuerza lo que se desea expresar mediante la estructura
sintáctica bimembre en los versos 5 (En esto estoy y estaré siempre
puesto) y 14 (por vos he de morir, y por vos muero). También mediante la antonimia (“escribisteis-leo” o “nací-muero”), la repetición (“nací” aparece en los versos 9 y13, por ejemplo) y la
sinonimia (lo que no entiendo creo del verso 7).
Sintácticamente,
resulta llamativo que el hipérbaton más abundante sea el que traslada el verbo principal
al final de verso (deseo, leo, veo, creo,…) así como el asíndeton general en todo
el poema y el paralelismo-enumeración de los dos versos finales, cuyo
significado se puede explicar gracias
a la palabra clave alma.
En el alma se registra el sentimiento amoroso, que comienza
a través del sentido de la vista (no cabe en mí cuanto en vos veo) y que es lo
que le da el verdadero sentido a la
vida del enamorado. La misión
última de este es morir, en un
remozado servicio de amor (por vos he de morir y por vos muero).
En otro sentido, podemos señalar que el tema del texto condiciona el uso de sustantivos y adjetivos relacionados
con el amor y la fe, y así encontramos términos relacionados con lo divino, como “alma” y “fe”, pero también con lo
terrenal (vida y muerte, por ejemplo) y con el amor, como “deseo” y “gesto”.
Para concluir, podemos decir que
Garcilaso de la Vega coloca a su amada en un lugar superior y elevado, por encima de él mismo, hasta el extremo
de que vive y muere por ella. Ya no es Dios quien controla
su vida, sino su dama, y es ella
quien marca la
trayectoria vital del poeta. Siguiendo los tópicos del amor cortés, se diviniza a la amada. El culto al
amor y a la dama, tratado como reflejo de la religión cristiana, recuerda a la
lírica medieval.
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