miércoles, 14 de enero de 2015

Otelo




Otelo, el moro de Venecia es una obra teatral, en verso y en prosa, de William Shakespeare (1564-1616), quien la escribió hacia 1604. Es una tragedia. Shakespeare escribió Otelo probablemente después de Hamlet. Es posible que la primera representación de la obra tuviera lugar en noviembre de 1604 en el Palacio de Whitehall de Londres. La obra se publicó por primera vez en 1623. Se considera que la versión que conocemos de la obra se basa en esa primera edición y otra de 1630.
El personaje principal, Otelo, se presenta piadosamente a pesar de su raza. Esto era poco habitual en la literatura inglesa en tiempos de Shakespeare, que describía a los moros y otros pueblos de piel oscura como villanos. Shakespeare evita cualquier discusión respecto del Islam en la obra. Esta obra se ha destacado por su gran profundización en la retórica y la tragedia.
La fuente de la obra parece encontrarse en la colección de cuentos de los Hecatómitos de Giraldi (1504-1573), aunque en esta el capitán moro y el alférez carecen de nombre.

La obra consta de cinco actos divididos en escenas: el primer acto tiene tres escenas, situadas en las calles y la sala del Consejo de Venecia; el segundo acto también se divide en tres escenas que discurren en Chipre; el tercer acto se divide en cuatro escenas, localizadas en diferentes lugares del palacio en Chipre; el cuarto acto está compuesto por tres escenas, en el mismo palacio; y el quinto y último acto se divide en dos escenas en una calle de Chipre y en la alcoba del castillo, en la habitación de Otelo y Desdémona.

Los personajes principales que aparecen en la obra son Otelo, el moro valiente y de avanzada edad que está al servicio de Venecia, Desdémona, la bella esposa de Otelo e hija de Brabancio (un respetado senador veneciano), Yago, el alférez de Otelo y Casio, el teniente de Otelo.
Además de los mencionados, la nómina de personajes de cierta importancia en esta obra se completa con el Dux de Venecia (el cargo más alto de la ciudad), Brabancio y su hermano Graciano, Ludovico (que es pariente de los dos anteriores), el caballero veneciano Rodrigo, el anterior gobernador de Chipre, Montano, Emilia (esposa de Yago y sirvienta de Desdémona), y Blanca (que es la enamorada de Casio)
Aparecen también otros personajes de menor importancia, como los senadores, un marinero, un nuncio, un pregonero, alguaciles, músicos, criados, etc.

En el primer acto, Yago habla con Rodrigo, quien confiesa que está enamorado de Desdémona y le reprocha a Yago que sus consejos han sido inútiles para acercarse a su amada. Yago, a su vez, está furioso con Otelo, porque ha nombrado teniente a Casio y no a él. Rodrigo avisa a Brabancio, padre de Desdémona, de que la muchacha se ha escapado con Otelo. Poco después este acude ante el Senado veneciano para recibir el mando de una expedición a Chipre contra los turcos. En ese mismo lugar Brabancio le acusa de seducir engañosamente a su hija, pero Otelo cuenta toda su historia y hace llamar a Desdémona para que declare si no le sigue por su voluntad. Yago, después, incita a Rodrigo a reunir dinero y a seguir a Otelo para conseguir a Desdémona, cuando esta se canse de su "moro", algo que según afirma él es inevitable.
En el segundo acto, ya en Chipre, una tormenta ha destruido la flota turca antes de que los venecianos combatieran contra ella. Yago convence a Rodrigo de que provoque a Casio, que termina hiriendo a Montano. Otelo destituye a Casio como teniente. Yago le convence para que apele a Desdémona para poder recuperar el favor de Otelo.
En el tercer acto, Casio se entrevista con Desdémona. Se está despidiendo cuando llega Otelo y le ve irse. Yago suscita celos en Otelo a propósito de esa visita de Casio. Vuelve Desdémona, y encuentra perplejo a Otelo. Se le cae el pañuelo que le había regalado Otelo, con quien se va. Emilia recoge el pañuelo y se lo entrega a Yago, ya que este se lo había pedido reiteradamente y Yago lo deja caer luego en el cuarto de Casio. Vuelve Otelo, ya comido por los celos. Yago le dice que sus celos están bien fundados, y le promete pruebas. Otelo pedirá el pañuelo perdido a su esposa, creyendo que ella se lo ha regalado a Casio. Como Desdémona no lo tiene, se va furioso. Casio, que tiene el pañuelo de Desdémona (sin saber que es de ella, por haberlo encontrado en su cuarto), se lo da a una mujer con quien tiene amores, Blanca.
En el cuarto acto, Yago aumenta los celos de Otelo con insinuaciones y este sufre un ataque. Yago hace que Otelo se esconda para observar su conversación con Casio, llevada por él ambiguamente. En realidad, hablan acerca de Blanca, pero de modo que Otelo piense que se refiere a Desdémona. Blanca entra entonces y devuelve el pañuelo de Desdémona a Casio. Otelo queda convencido al ver el pañuelo: Yago impide que se incline a la compasión y al perdón, y le incita a estrangular a su esposa. Otelo habla de sus celos con Emilia, quien niega toda culpa por parte de la muchacha. Yago persuade a Rodrigo para que mate a Casio, ya que así no se podrá marchar Otelo. Luego, en una escena entre Emilia y Desdémona, esta canta la famosa canción del sauce, de tristes presagios y acepta su desvelo.
En el quinto acto, Yago acompaña a Rodrigo para que mate a Casio, pero este hiere a Rodrigo, mientras es herido por la espalda por Yago. Entra Otelo y alaba a Yago, creyendo que ha herido a Casio en atención a él mismo y a sus celos. Quedan heridos Casio y Rodrigo. Entra Yago, en camisa, como si se hubiera acostado. Casio le dice que un hombre le ha herido, sin saber que es el mismo Yago quien lo ha hecho. Yago remata a Rodrigo para que no descubra su intriga. Llega Blanca, y se llevan herido a Casio, quien declara no conocer al hombre que le atacó. Ante Emilia, Yago echa la culpa de la pelea a Blanca. En la alcoba de Desdémona, entra Otelo y la despierta. La acusa de infidelidad y, a pesar de sus negativas, la estrangula. Antes de que muera, entra Emilia para contar la riña en que fue herido Casio, pero la interrumpen los gritos finales de Desdémona ("¡injustamente asesinada!... Muero con muerte inocente"), y muere sin acusar a Otelo. Este declara a Emilia haberla matado y explica su motivo, la imaginada infidelidad. Emilia defiende la inocencia de Desdémona y afirma que Yago miente. Cuando Emilia aclara la historia del pañuelo perdido, Yago la mata. Se encuentran unas cartas en el cuerpo de Rodrigo que aclaran cómo fue engañado por Yago para atacar a Casio numerosas veces. Hacen prisionero a Yago y traen a Casio herido para que se aclare todo. Otelo, desesperado, hiere a Yago y se da muerte a sí mismo.


El tema dominante de la tragedia Otelo lo constituyen los celos. Y sobre ellos la obra está hábilmente construida. A pesar de ello, algunos señalan contradicciones en la psicología de los personajes y cierta inconsistencia en la duración de la acción. En primer lugar se señala que desde el desembarco de Desdémona y de Otelo en Chipre hasta la catástrofe final solamente transcurren treinta y seis horas; en cambio, muchas circunstancias requieren que la acción tenga un desarrollo más largo y dure algunas semanas.
Se ha intentado conciliar esa evidente incongruencia, por ejemplo suponiendo que la acusación de Yago contra Desdémona se refiere a una época anterior a su llegada a Chipre, ya que durante esa estancia no habría materialmente tiempo para esos supuestos amoríos. Pero esta explicación se opondría a lo que Yago dice de Desdémona. En el tercer acto la infidelidad de Desdémona se atribuye a un período posterior a la pasión que ella sintió hacia el moro, que había durado hasta poco tiempo antes. Por consiguiente, según las palabras de Yago, la infidelidad habría tenido lugar en una época muy reciente.
Por otra parte, se aprecian contradicciones en los caracteres, ya que Desdémona no parece darse cuenta de que Otelo está muy celoso y recomienda a Casio en el momento menos oportuno. También los demás personajes pueden parecer algo ingenuos por la manera en que se dejan engañar por Yago.
No debemos olvidar, no obstante, que esas confusiones y contradicciones en la psicología de los personajes, y las soluciones de continuidad entre sus caracteres y la manera que tienen de obrar, estaban a la orden del día en el teatro isabelino, en el que salvaban las deformaciones durante la representación. Y precisamente en este aspecto este drama de Shakespeare es uno de los más lúcidos del autor.
Podemos recordar por otra parte la visión de Schlegel, que consideró el drama de Otelo la tragedia de un bárbaro mal asimilado.
Otelo es una tragedia meridional por la pasión que constituye su argumento. Para la mentalidad inglesa y puritana el tema parecería más bien repelente. Pero es una tragedia acuciante y que no da respiro; un hecho de crónica negra que Shakespeare rodea con toda la riqueza verbal y la sutilidad conceptual de su tiempo. Es una tragedia en la que se expresa con fuerza el sentido de una pérdida angustiosa, la ruina espiritual del protagonista y el amor en una dimensión sobrehumana.


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