sábado, 24 de marzo de 2012

Fedra en el teatro del siglo XX



- En Fedra (1910), Miguel de Unamuno retomaba el tema clásico. Pedro (Teseo), esposo de Fedra y padre de Hipólito, deseoso de un nieto, le pide a su mujer que convenza a su hijo de la necesidad de casarse. Pero Fedra estaba enamorada de Hipólito. Una vez que hubo hablado con su hijastro, puso fin al encargo un beso, de amor para ella, maternal para él. Sin embargo, todo se descubre. Pedro siente su honor mancillado, no es culpable y Fedra (eje del drama) muere tras tomar unas pastillas, no sin antes lograr la reconciliación de padre e hijo y de pedir, arrepentida, perdón a Dios.
Sin oscurecer completamente el trasfondo griego, Unamuno intentó presentar el drama como una innovación personal desde una visión cristiana de la vida.

         - En La Malquerida (1913), de Jacinto Benavente,  drama en tres actos y en prosa, situado en un pueblo de Castilla, Acacia (hija de Raimunda) es amada en silencio por Esteban, su padrastro. La acción se precipita cuando aparece muerto Faustino, el prometido de la joven. El asesino es Esteban, que no puede permitir la boda y marcha de Acacia. Raimunda, al enterarse de todo, perdona a su marido, pero lo delata al saber del amor de Acacia por Esteban. Al final, para poder huir con su hijastra, Esteban mata a su mujer, que muere con la tranquilidad de que el amor de la pareja será ya imposible.
Parece evidente que en esta obra se recrea el mito de Fedra e Hipólito, aunque también el mito de Edipo. La leyenda de Fedra e Hipólito, centrada en el amor de una mujer por su hijastro, que rechazaba la pasión ilícita y moría de forma trágica, fue abordada con singular maestría en la Antigüedad clásica por Eurípides en Hipólito o Hipólito coronado, que se conserva íntegramente.

         - La obra de S. Eichelbaum, Cuando tengas un hijo, es una producción de 1929, editada en Buenos Aires en 1931. El mito de Fedra difiere en esta pieza bastante de las versiones grecorromanas. Mientras el Hipólito de Eurípides rechaza a Afrodita, Horacio, el protagonista de Cuando tengas un hijo, es redimido por Rosita, personificación benevolente de una diosa del amor exogámico. Horacio se salva de una unión casi incestuosa, y la pieza tiene entonces un desenlace normal.

         - Deseada (1950), de Max Aub, es un drama en ocho cuadros, que se estrenó en Buenos Aires en 1952. En palabras del autor, es “un ejercicio retórico, una Fedra vuelta al revés y vuelta a revolver. Un teatro clásico en contraposición al que corre por ahí”. Y es clásico por la composición del lugar (un sólo escenario: una habitación) y por la concentración del conflicto en dos personajes, Deseada y su hija Teodora. Aub toma del mito clásico el tema de la pasión amorosa y sus trágicas consecuencias, pero para dar curso a una trama en el marco de una intriga actual, sin su primitivo valor simbólico.
La obra comienza con Deseada sola recordando la muerte de Pedro, un año antes. Es una mujer madura que ha redescubierto la pasión amorosa en Pedro, un hombre más joven que ella. Pero la relación da origen al conflicto cuando Teodora quiera disputar a su madre el amor de Pedro (dándole la vuelta al mito clásico). Por lo tanto, los papeles están alterados al servicio de unos fines dramáticos diferentes. Finalmente, es Pedro la verdadera víctima, al ser incapaz de afrontar una elección imposible, sucumbiendo a este triángulo pasional y suicidándose de un disparo.  

         - En 1951, Julián Gállego escribió una Fedra, su primera pieza teatral. Es una readaptación de la tragedia griega a los tiempos modernos y mantiene los nombres griegos originales de los personajes. Una variación con respecto al original es que Gállego introduce desde el primer acto del drama a Clitemestra y Egisto como un matrimonio amigo de Fedra, pero detestados por Teseo. Esos personajes contrastan con el drama principal, el de Fedra e Hipólito, ya que en éste Fedra no es totalmente culpable ni totalmente inocente. En esta obra, Fedra es discreta, pero pugna por salir del común de los mortales; es una mujer que ya al inicio de los años cincuenta reivindica su papel femenino en la vida. Desde la edad, el amor se presenta como algo apetecible que los años saben valorar de forma adecuada. Por su parte, Hipólito ha pasado por el trance de la guerra, ha estudiado en Inglaterra y mantiene una actitud distante respecto a las cosas de este mundo.
Eurípides y Séneca están en el fondo de la obra de Gállego, pero este resuelve el drama con algo nuevo: Hipólito deja una carta para Teseo en la que denuncia la pasión amorosa de Fedra, pero por un equívoco, tanto Fedra como Teseo creen que la carta pone al descubierto el intento de seducir a Hipólito por parte de la protagonista; antes de que Teseo cometa una locura, Fedra escapa de su casa, mientras Teseo descubre que la carta de su hijo en realidad lo que hace es reconvenirle por el tipo de vida que le da a Fedra, sin hacer mención a ningún incidente.

         - De M.Lehmann es Otra vez Fedra (1967), un drama psicológico en tres actos, que evoca al Hipólito de Eurípides. Como a Fedra, a Dolores la mueve una pasión intensa, y como Fedra se consume en sentimientos de culpa. Hipólito retribuye los sentimientos amorosos de la madrastra, pero se niega a fugarse con ella; aborrece a su padre, Teseo, un típico dictador hispanoamericano. Cuando Hipólito participa en una rebelión contra su poder, el padre ordena que no se le proteja. Y cuando se entera de que le han dado muerte y de que Dolores se ha suicidado, Teseo, apabullado por el dolor y la culpa, nos recuerda al Creón de la Antígona de Sófocles.

         - La versión Fedra (1972) de Domingo Miras ganaría el accésit del Premio Lope de Vega de 1973. En esta obra aparece nuevamente el tabú del incesto. Además esta versión supone un nuevo toque, algo radical si se quiere, al matriarcado. Tiene la originalidad de que comienza en el infierno tras el suicidio de Fedra. Se reivindica el amor libremente elegido, pero también se piensa en la posibilidad de acceder a la libertad mediante el crimen.
Entre los juegos eróticos de Fedra e Hipólito se da el de matar al minotauro, a Teseo, a la bestia. Un héroe que libera a una mujer de ser devorada por un monstruo (cuenta ella) libera a la madre del padre. Se unen finalmente y les interrumpe el fantasma de Teseo. Hipólito culpa a Fedra y la abandona. Pero en Miras, Fedra es madre, ama e induce a la muerte; y todos estos aspectos se unen en ella como símbolo. Para el autor, Fedra es un símbolo del deseo de libertad que el mundo actual ha castrado con sentimientos de culpabilidad; es un símbolo del arquetipo femenino de la madre, de la tierra. Y en este sentido incluso se puede señalar que la madre que ama a su entorno, que tiene sentimientos maternales que se confunden y entremezclan con los sentimientos amorosos y eróticos, podría conectar directamente con el complejo de Edipo, y ello como apunte señalado por la estudiosa Virtudes Serrano.
Domingo Miras parece tener como referentes a Sófocles, Eurípides y Séneca.

         - En 1978, Ramón Gil Novales escribió El doble otoño de mamá bis, subtitulada Casi una Fedra. Es una interpretación distanciada del mito clásico, utilizado como metáfora política. La obra fue estrenada en 1979, en la Sala Villarroel de Barcelona.
La obra comienza in medias res, presentando a los tres personajes (Susana-Fedra, Eduardo-Teseo y Enrique-Hipólito) por el método del teatro dentro del teatro, así como el triángulo amoroso en que se encuentran. La historia cuenta la llegada a casa de Eduardo (Teseo), casado por segunda vez con Susana (Fedra) y con un hijo en la treintena fruto de su primer matrimonio, Enrique (Hipólito). A partir de ese momento se ofrecen dos acciones simultáneas: en una Enrique hace averiguaciones sobre el pasado de sus padres durante la guerra civil, en la Barcelona republicana; en la otra tiene lugar la actualización del mito de Fedra con los amoríos entre Susana y Enrique. Gil Novales nos presentará a un Eduardo (Teseo) cuya única pasión son los coches y alguna que otra querida, pero que apenas hace caso a los requerimientos sexuales de su segunda esposa. El título de doble otoño será una alegoría de la juventud perdida (pues Susana-Fedra se encuentra en el otoño de su vida) frente al imposible deseo de recuperarla realizándose sexualmente con Enrique, que es casi de su edad. La insistencia de ella consigue al final que Enrique (Hipólito) admita cierta atracción hacia su madrastra, pese a estar agobiado por la figura paterna. Fedra intentará retener a Hipólito aun a costa de fingir acoso sexual por parte de su hijastro. El final es propio de una tragicomedia: Eduardo (Teseo) y Susana (Fedra) persiguen a Enrique (Hipólito) armados con garrotes. Tras varios intentos de acabar con él, marido y mujer salen de la escena, mientras el hijo permanece inmóvil. La función ha terminado como una farsa. Y como dirá Enrique: “Si hay culpa, echádsela a Eurípides”.



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