Se considera en general que hay una renovación de la narrativa hispanoamericana entre 1940 y 1960. Durante los años 40 aparecen obras de Borges, Onetti, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier que suponen una ruptura con el realismo que imperaba hasta entonces y el comienzo de formas narrativas más complejas, junto a una visión de la realidad que incluye nuevas dimensiones, sobre todo la metafísica y existencial, por un lado, y la sobrenatural, onírica y mágica, por otro.
Esta renovación se debe a factores como el influjo del surrealismo, la influencia de los escritores renovadores europeos y norteamericanos y de teorías filosóficas como la existencialista de Sartre.
Las principales innovaciones que se producen son la progresiva sustitución de lo urbano por lo rural (cuando este se mantiene es con un nuevo tratamiento), la incorporación del tema existencial, la recuperación de los elementos mágicos de los mitos y leyendas americanos, la presencia del onirismo, el abandono de la estructura realista tradicional, la renovación del lenguaje mediante mecanismos vanguardistas y la aparición del llamado realismo mágico.
La novelística que se va a desarrollar será conocida en España y en el resto de Europa a partir de 1962. Al aparecer súbitamente dará la sensación de un “boom”, un surgimiento imprevisto. Se trata de un fenómeno editorial, por el que aparecieron nuevos e importantes novelistas, pero en el que también muchos de los escritores que venían publicando desde tiempo atrás, escribirán algunas de sus obras más significativas. El llamado “boom” lo llenan escritores de diversas edades y países, en la mayoría de ocasiones sin relación entre ellos. Sus estilos y preocupaciones también son diversos, pero en general todos estos novelistas siguen el proceso de renovación iniciado en los años 40. En lo temático, por ejemplo, se continúa el gusto por lo urbano, por una nueva novela rural y se consolida la integración entre lo fantástico y real.
La mayoría de los especialistas sitúa el punto de arranque de este fenómeno centrado en el género novelístico en junio de 1963, con la publicación de Rayuela del argentino Julio Cortázar, contemporánea de los primeros títulos significativos del peruano Mario Vargas Llosa, del mexicano Carlos Fuentes y sobre todo del colombiano Gabriel García Márquez, cuya novela Cien años de soledad (1967) consolidó el boom hasta convertirse en la obra más famosa, vendida y traducida de la lengua española, entre todas las posteriores al Quijote.
Desde el punto de vista formal, las obras del “boom” se caracterizan por la renovación de las técnicas novelescas con la incorporación de las de la novela experimental. Se rompe con la técnica realista, pero con la voluntad de abordar la realidad desde otros ángulos. Se puede decir que estos novelistas han asimilado las innovaciones técnicas de la novela del siglo XX (de Joyce o Kafka, por ejemplo), pero en ellos es también significativa la presencia de la narrativa española clásica.
Hay algunas características que se pueden destacar en estas obras:
1) La preocupación por el desarrollo de las estructuras narrativas, lo cual exige un lector activo que organice la materia narrativa que se le entrega.
2) La gran variedad de recursos narrativos. Es frecuente la ruptura de la línea argumental y de la narración lineal. Son habituales el uso del contrapunto, la superposición de personas narrativas y puntos de vista o el empleo del monólogo interior.
3) Se unen diferentes géneros literarios bajo la forma de la novela.
4) La experimentación lingüística, con diversas causas y efectos (en García Márquez, la búsqueda de una identidad cultural)
5) Importancia de lo histórico-social. Todo este proceso de renovación se pone al servicio de una literatura comprometida con la realidad de una tierra sometida a violentos procesos históricos.
6) Rechazo de la moral burguesa y de algunos comportamientos.
Gabriel García Márquez es el más influyente de los autores del “boom”, especialmente desde que le fue concedido el Premio Nobel en 1982. Nació en Aracataca (Colombia), fue dejado al cuidado de sus abuelos maternos los primeros años de su vida. Fue su abuela quien lo inició en la cultura oral colombiana (leyendas, folklore, regionalismos…). Sus primeras novelas cortas tanteaban en la búsqueda de la unión de lo real y lo fantástico y en la formación de un peculiar mundo imaginario, como La hojarasca o los relatos de Los funerales de la Mamá Grande. Esas primeras obras crean el mundo fantástico de Macondo y sientan las bases de Cien años de soledad (1967), la novela que consolidó el surgimiento del “boom” y supuso un fenómeno en las literaturas hispánicas y en la literatura mundial. La obra es una síntesis de la historia de un poblado fantástico (Macondo), que representa metafóricamente la historia de Colombia y de la humanidad en general, con los riesgos que la acosan: problemas sociales, guerras, explotación… todo ello aparece representado por fuerzas naturales insólitas, elementos maravillosos que sitúan la novela entre el realismo y lo fantástico, con la mezcla de elementos trágicos y cómicos. En el proceso de degradación que sufre Macondo se observa la ruina del virginal mundo americano. El ambiente mágico consigue potenciar el realismo de la obra.
A esta obra, le seguirán otras muchas, más allá del “boom”, entre las que destacan Crónica de una muerte anunciada (1981) o El amor en tiempos del cólera (1985). Los estudiosos de García Márquez consideran las novelas posteriores a Cien años de soledad como pertenecientes a una segunda etapa de creación del autor.
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