viernes, 23 de marzo de 2012

Pervivencia del mito de Antígona en el teatro del siglo XX

         - En un manuscrito sin una fecha determinada (aunque sí podemos determinar que es de la década de los cuarenta), tenemos escrita la obra de C.Magrini titulada Partenopeo. Parece inspirarse en la Antígona de Sófocles indirectamente, a través de una visión antiheroica de “la noche después de la batalla” inspirada en Bertrand, poeta romántico francés. El tema de Magrini es el de las muertes provocadas por el ataque de los Siete contra Tebas, y presenta la prohibición de enterrar no sólo a Polinices, sino también a Partenopeo. Actor, que le ha dado muerte, se desespera recordando su amistad, e Ismene pierde la razón (conclusión apta para una tragedia sobre la locura de la guerra).
         - Leopoldo Marechal es el autor de Antígona Vélez (1951), que se estrenó el 25 de mayo de 1951 en el Teatro Cervantes de Buenos Aires. Esta obra transcurre en la Pampa, en la frontera entre indios y blancos, que se disputan el desierto. Las hermanas Antígona y Carmen Vélez recuerdan globalmente a la Antígona y la Ismena de Sófocles. La primera vez que Marechal pone a Ismena en escena, precisa cómo debe comportarse la actriz que la represente por medio de la acotación (“Hablará en una eterna quejumbre”).
         En cuanto al argumento, los hermanos Vélez (Martín-Ecleotes e Ignacio-Polinices) se han matado mutuamente. Su tío, don Facundo Galván, prohíbe dar sepultura al segundo de ellos por haber pretendido apoderarse de la hacienda con una tropa de indios. Antígona entierra a su hermano, y es condenada a abandonar cabalgando la hacienda, con lo que le darán muerte los indios que hay en los alrededores. Cuando sale es seguida por su enamorado, Lisandro Galván, que morirá con ella.

         - En La tumba de Antígona (1967), María Zambrano sigue a Sófocles en el tema, en los personajes y los rasgos básicos de la historia mítica. Pero aporta nuevos rasgos, un nuevo tratamiento de los personajes e, incluso, todo un ámbito mítico, el de la tumba donde Antígona fue encerrada por orden de Creonte. Donde el drama de Sófocles acaba, comienza el de Zambrano y por la tumba de Antígona van pasando los personajes del drama y otros relacionados particularmente con la figura de Antígona, aunque no estuvieran en Sófocles. Así, se suceden los diálogos con Ismene, Creonte, Hemón, Edipo, y con los hermanos Eteocles y Polinices.
           El aspecto más original de la aportación de Zambrano es la reflexión sobre la figura de Antígona y su significado: siendo ella uno de los personajes más claramente positivos e inocentes de la mitología clásica, su encierro en una tumba no puede ser entendido más que en un sentido liberador. Tras haber expiado las culpas de su familia, siguiendo a su padre en su exilio y haber sido condenada por tratar de evitar la profanación del cadáver de uno de sus hermanos fratricidas, comienza en la tumba una vida propia, nace de nuevo a un tiempo que, aunque solitario, es propio. Y esto es así hasta el punto de negarse a salir de la tumba cuando Hemón, Creonte y Eteocles se lo proponen.
 
         - La pasión según Antígona Pérez (1968) es obra del portorriqueño Luis Rafael Sánchez, y desde el título remite a la obra de Sófocles. Instala la historia en una ficticia, pero verosímil, república continental llamada Molina, denominación que es también el apellido del “Generalísimo Creón Molina”, dictador y tío de Antígona Pérez. Aurora, la madre de la heroína, viuda de otro militar que poniéndole ese nombre satisfacía “su inclinación a lo heroico”, según Antígona, y había jugado “la carta equivocada”, trata de que la joven revele el lugar donde ha sepultado los cadáveres de Héctor y Mario Tavárez, “subversivos” que atentaban contra el orden “occidental y cristiano”, y habían sido asesinados por los secuaces de Creón y condenados a permanecer insepultos para escarmiento general. En la obra, no hay relación familiar entre Antígona Pérez y los Tavárez. Al principio de la obra, el personaje de Antígona recuerda que los militares amigos de su padre le preguntaban “¿dónde están tus hermanos?”, sin que ella pudiera dar una respuesta “porque no había aprendido que para llamarse Antígona se necesitan hermanos. Ni sabía que Antígona era la muchacha joven que se decide por la muerte”. Pero ya muertos los Tavárez, dirá de ellos  que “dejaron de ser mis amigos y se hicieron mis hermanos”. Antígona Pérez será víctima de un acoso en el que participan su madre (sumisa y condescendiente con el poder), el dictador, el jefe de la iglesia, su amiga Irene Domingo y Zúñiga (¿Ismena?), que intentarán convencerla de que revele el lugar de la sepultura. La soledad de Antígona se verá potenciada por el hecho de que el propio prometido de la muchacha, Fernando Curet-Hemón, es nombrado por Creón “teniente coronel con cuartel permanente en palacio”, y es de quien dependerá que, desde ese momento, Antígona pueda o no recibir visitas. La prensa (con un papel parecido o equivalente al del coro trágico), además de ubicar los hechos en un momento histórico preciso (anunciando, por ejemplo, la muerte del papa Juan XXIII), colabora con la dictadura. Al final, Antígona es fusilada y será “otro nombre para la idea viva, obsesionante, eterna de la libertad”; pero para los periodistas el “ajusticiamiento de la facinerosa” Antígona Pérez, “una de las más temibles delincuentes de la república”, cumpliendo “su cita con la ley”, será una noticia más, entre las vacaciones de Jacqueline Kennedy y el anuncio de una nueva línea de Pierre Cardin.

         - Una versión curiosa, por la importancia dada a uno de los personajes secundarios de este mito, es la obra de Agustín García Calvo, Ismena (1980), que se subtitula Tragicomedia musical.
           Esta obra se basa fundamentalmente en el Edipo en Colono de Sófocles. Pero tento en ésta como en Antígona, Ismena ocupa un papel muy secundario al lado de su hermana Antígona, una figura valiente, desbordante, con gran fuerza trágica. En una primera lectura apenas deja huella esa mujer blanda, superficial, tan subordinada a la voluntad de su hermana, a pesar de tener ideas tan distintas. En una tragedia tenía que verse marginada; pero, tal vez, no resulte tan superficial, ni tan carente de interés. Arsenio (Edipo), ciego y anciano, guiado por su hija Celia (Antígona), ha podido poner fin a su destino errante en un pueblo de Castilla o León, que recibirá beneficios por acogerle, y heredará una propiedad cuando él muera. Allí viven el anciano y su hija, que ejerce como maestra. Su legado testamentario al pueblo se opone a los intereses capitalistas de unos señores, a la cabeza de los cuales se encuentra su cuñado Creoncio (Creonte), cuyo hijo, Berto, es un guerrillero de ideas anarquistas. Berto es novio de Celia. Cuando la intriga va a liarse, aparece en el pueblo Ismena, que se ha convertido en una famosa actriz dramática. Cuando Berto muere a manos de la guardia pública, después de haber intentado matar a su padre, Celia se suicida, y queda en manos de Ismena el desenlace, consistente en decidir si debe poner fin a la vida de su padre, para que se cumpla su acción benefactora sobre el puebl, que habían deseado su hermana, el novio de su hermana y su padre, al mismo tiempo.
          A medida que vayamos conociendo  al personaje, nos daremos cuenta de que es el más completo y lleno de sentimientos, el más fiel a los principios formulados por los otros. Cuando, casi al final, pronuncia un largo parlamento para explicarles a los alumnos de su hermana la razón del suicidio de ésta, comprendemos que es el personaje más admirable de la obra. 

         - La sangre de Antígona, de José Bergamín, fue publicada en 1983, pero compuesta con anterioridad en el exilio. Es, en su forma, una tragedia gitana, con papeles hablados y cantados que arrancan de la conjunción entre lo literario y lo popular. El autor se mantiene fiel, en general, al argumento del mito clásico. Así, en el acto I:

MENSAJERO: (....) La ciudad rinde su homenaje a Etiocles dándole
las honras fúnebres del sepulcro,  mientras deja a  Polinice insepulto,
entregado a las aves carnívoras y a los animales inmundos.  Premia al
             uno y al otro lo repudia y castiga (....).

           Antígona desobedecerá el decreto de Creón y será condenada a morir encerrada en una cueva, en la que finalmente se ahorcará.
Sin embargo, frente a la versión de Sófocles, nos hallamos aquí ante un drama intimista, en el que destacan los aspectos más religiosos del tema clásico proyectados dentro de la propia religiosidad de Bergamín. Desde el principio de la obra, queda en segundo plano la rebeldía de Antígona frente a las leyes humanas y su sacrificio heroico para cumplir la ley divina, y cobran mayor protagonismo las consecuencias de la sangre derramada en el enfrentamiento fratricida. Aunque existe coincidencia en los personajes del drama, Bergamín introduce la aparición de las sombras de Etiocles y Polinice para solicitar de Antígona que redima con su propia sangre esta especie de “pecado original” que sobrevive todavía en la sangre de Antígona. Ésta asume el sacrificio, que comenzará desenterrando a Etiocles para enterrarlo junto a Polinice todavía insepulto. Desde que cumple su destino, esta Antígona nos recuerda a la de Sófocles que lucha por la libertad, la familia y el derecho natural frente al despotismo. Pero el personaje es también humano, duda y se debate entre los deseos de vida y la necesidad de la muerte, entre la sangre, como símbolo de vida, de fertilidad, y la sangre como elemento de purificación ritual.
            La escena de la muerte de Antígona es el final de la obra. El sacrificio de la protagonista limpia la sangre derramada en el duelo fratricida.. Y esa sangre derramada en autoinmolación “es vida derramada y misterio desvelado”

         - Al parecer, la obra de Luis Riaza Antígona...¡cerda! (1983), aún no ha sido estrenada. Esta versión se  publicó con un prólogo de Domingo Miras, otro de los dramaturgos que han tratado temas clásicos en este siglo.
            Esta obra de Riaza viene a ser la contaminación de la pureza, la mancilla de la diosa y la deshonra de la inmaculada virgenrebelde, en palabras del autor del prólogo. La obra se escribió primero con el título de Las jaulas. Presenta la acción del teatro dentro del teatro y transcurre en una plataforma rodeada de pollos. Éstos van siendo sacrificados uno a uno durante el drama, como paralelismo simbólico de las muertes de los personajes del mito. Antígona...¡cerda! es una crítica de la civilización alienada, presenta a una Antígona hippy como símbolo de enfrentamiento generacional propio de los sesenta. Antígona representa el eterno problema de la libertad en diversos sentidos. Ismene es su hermano, progresista, pero sin ponerse en peligro. Por tanto, contribuye a perpetuar el sistema. Los personajes dominentes tienen rasgos masculinos, los revolucionarios son femeninos. Es un ceremonial cruel y grotesco, donde un escenario lleno de cadáveres de pollos hace reflexionar sobre la vida humana. Creonte simula comprender al débil, pero lo que quiere es mantener el poder; mientras que una Antígona no encuentra su lugar y, junto con Hemón, acaban como reyes de Tebas.
             Por interpretación de Antígona, Hemón se identifica con Edipo y, por lo tanto, ella deberá parecerse a Yocasta. Antígona sufre un desdoblamiento de personalidad (que en la obra se representa simbólicamente con un muñeco donde ella proyecta sus sentimientos). Los personajes que la rodean también sufren una transformación: Ismene es un  hermanito contestatario de andar por casa, Creonte es un tío bonachón que adora a su sobrina.... Antígona es capaz de adaptarse para olvidar el pasado y para disfrutar de los beneficios que provea el futuro.

         - De Griselda Gambaro es Antígona Furiosa(1986). Se trata de una transposición irónica o de tono paródico de la obra de Sófocles. El número de personajes en escena es reducido (Antígona, el Corifeo y Antinoo), y la trama se desarrolla retrospectivamente a partir de la muerte de la protagonista. Antígona se ha ahorcado, pero cobra vida nuevamente para enfrentar el conflicto al cabo del cual habrá de morir. A los personajes que están siempre en escena se sumará, según indica la autora, una “carcasa que representa a Creonte. Cuando el Corifeo se introduce en ella, asume obviamente el trono y el poder”. Además, así como Antígona encarna a Hemón en ciertos momentos, el Corifeo y Antinoo parecen cumplir a veces la función de coro, al actuar como voceros de cierto clamor público que “nace siempre de palabras secretas”, según declara Antígona.
             El espacio y el tiempo no sufren cambios muy pronunciados. Aparecen en esta versión algunas actualizaciones: el lenguaje, por ejemplo; los trajes del Corifeo y Antinoo; el café que beben, pero sobre todo la referencia a la locura de Antígona por parte de esos personajes (y en más de una ocasión a lo largo de la obra). Después de insistir en la prohibición de dar sepultura a Polinices, el Corifeo dice: “que nadie gire (se atreva) gire gire como loca dando vueltas frente al cadáver insepulto insepulto insepulto”., en franca alusión a las Madres de Plaza de Mayo, inicialmente calificadas de “locas” por la dictadura argentina de los setenta. Otro ejemplo de alusión a la situación política argentina: “no estaré con los humanos ni con los que murieron (dice Antígona), no se me contará entre los muertos ni entre los vivos. Desapareceré del mundo en vida”. Finalmente, Tiresias, en su condición de sacerdote es, para Antígona, “hábil para ser amigo del poder en su cúspide y separarse cuando declina...”.

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