sábado, 21 de abril de 2012

Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda




           La mayor parte de los críticos están de acuerdo en clasificar en tres períodos la poesía hispanoamericana en el siglo XX, que se corresponden respectivamente con la superación del modernismo, la influencia vanguardista y la búsqueda de nuevos caminos.

            No podemos comprender la poesía hispanoamericana del siglo XX sin partir de los años finales del siglo XIX, cuando tiene su auge el modernismo. Hacia 1880 se observa un fenómeno nuevo en el terreno literario en Hispanoamérica. Aparece un grupo de poetas que consigue revolucionar el lenguaje y la forma de la poesía.
Fue la edición de Azul (1888) del nicaragüense Rubén Darío lo que dio a este movimiento mayor ímpetu y fue su autor quien definió y dio nombre al movimiento modernista, en el que destacan tres notas esenciales: 1ª el rechazo de cualquier mensaje o enseñanza en el arte; 2ª el acento en la belleza como la más alta meta; y 3ª la necesidad de liberar la poesía de sus formas tradicionales. Estos ideales se extienden por los países hispanoamericanos de manos de Rubén Darío a través de numerosas revistas por él fundadas. La aparición de estas revistas, en sí misma, supone un fenómeno nuevo. La consigna de “el arte por el arte” se convierte en lema y se difunde por todo el continente.

            Un aspecto significativo del modernismo fue el de revolucionar la actitud de los poetas latinoamericanos con respecto al arte y a la sociedad. Hasta entonces los literatos habían considerado la Literatura como un arma para las luchas sociales o políticas, pero los modernistas buscaron valores que no estuvieran sujetos a los vaivenes temporales, que fueran eternos, y los encontraron en el arte. La angustia existencial que prende en los intelectuales europeos de comienzos del XX la superan los modernistas entregándose a la contemplación de las ideas eternas. El artista es el miembro más envidiable de la sociedad. Hay un rechazo de las convenciones superficiales, de las normas de conducta y de las leyes morales impuestas por la sociedad. No nos extraña que tanto Juan Ramón Jiménez como Federico de Onís consideraran el modernismo como un aspecto de la profunda crisis religiosa que se produce en la cultura occidental con el cambio de siglo.
            Los modernistas se inspiraron en la tradición española, pero, sobre todo, en Francia: del Parnasianismo tomaron el culto a la perfección y los símbolos exóticos de cisnes y princesas; de Verlaine, la musicalidad; de Mallarmé y el Simbolismo, la transformación de la realidad del mundo en síntesis verbales o de símbolos. Estas influencias les llevan a la consideración del arte como un elemento cosmopolita, universal, y a la creación de espacios exóticos lejanos de las circunstancias concretas y particulares que les ha tocado vivir.

El primer período creativo del poeta chileno Pablo Neruda se inscribe dentro del movimiento literario llamado Modernismo. A esta etapa pertenece "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", una de sus obras más difundidas. Cuenta con unas claras influencias modernistas; pero un modernismo más tardío y con ciertos tintes del romanticismo.

Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, Pablo Neruda (1904-1973), fue poeta y militante comunista, considerado entre los mejores y más influyentes artistas de su siglo, de forma que el novelista García Márquez lo llamó «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca que recibió el premio Nobel en 1971. En palabras de Harold Bloom, «ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él», considerándolo uno de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los tiempos.

Hacia 1921 y con diecisiete años de edad, comienza a firmar definitivamente sus trabajos con el seudónimo de Pablo Neruda, esencialmente con el propósito de evitar el malestar del padre por tener un hijo poeta. Si bien Neruda nunca aclaró el origen de este nombre, nunca desmintió la conjetura de que lo habría escogido en honor al escritor checo Jan Neruda, del cual leyó un cuento por esos años que le causó una honda impresión. Sin embargo, la obra de Jan se publicó entre 1857 y 1883, y es poco probable que Neruda tuviera acceso a traducciones en 1921. En lugar de esto, su apodo se presume que esté inspirado en un personaje de la novela de Arthur Conan Doyle de 1887 titulada Estudio Escarlata, donde en el capítulo IV, el personaje Sherlock Holmes asiste a un concierto de Norman-Neruda, una famosa violinista.

Pablo Neruda fue diplomático en Asia y en España, donde hizo amistad con la generación del 27 y luchó por la República. A causa de su militancia comunista tuvo que exiliarse de su país. Murió pocos días después del golpe de estado contra Salvador Allende. Escribió también teatro y prosa, especialmente sus memorias Confieso que he vivido (1977).

Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Fue su trabajo más significativo y rotundo. Constituye una de las cimas de la poesía amorosa en español. Publicó este libro en Santiago de Chile en 1924, y ha sido uno de los poemarios más leídos de la historia, en el que destaca el sensualismo y el erotismo que desprende cada uno de los versos.
Es la obra más conocida de su autor. Pertenece a su época de juventud, ya que fue escrito y publicado cuando aún no había cumplido los veinte años. El libro está compuesto de veinte poemas de temática amorosa y un poema final, «La canción desesperada ». Los poemas no tienen título, tal vez con ello se busca dar una mayor unidad al libro y apelar a un mayor esfuerzo del lector en su interpretación.
Son los siguientes:
1. Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
2. En su llama mortal la luz te envuelve
3. Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose
4. Es la mañana llena de tempestad
5. Para que tú me oigas
6. Te recuerdo como eras en el último otoño
7. Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
8. Abeja blanca zumbas --ebria de miel-- en mi alma
9. Ebrio de trementina y largos besos
10. Hemos perdido aun este crepúsculo
11. Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas
12. Para mi corazón basta tu pecho
13. He ido marcando con cruces de fuego
14. Juegas todos los días con la luz del universo
15. Me gustas cuando callas porque estás como ausente
16. En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
17. Pensando, enredando sombras en la profunda soledad
18. Aquí te amo
19. Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas
20. Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Una canción desesperada.
Los poemas se inspiran en diversas experiencias amorosas reales del autor. La obra causó un cierto escándalo en su época por su erotismo y sus alusiones abiertamente sexuales lo que en parte puede explicar su enorme éxito. El libro presenta como una única historia lo que en realidad fueron distintos momentos de amores diferentes. Aún así parecen distinguirse dos tipos de amada, una salvaje y campesina, la que aparece en el poema 3: en ti los ríos cantan y otra más urbana y doméstica, la del poema 12: eras la boina gris y el corazón en calma.
 Aunque Veinte poemas de amor y una canción desesperada esté basado en experiencias amorosas reales del joven Neruda, es un libro de amor que no se dirige a una sola amante.
Los temas principales en la obra son varios: la mujer, la angustia, la ausencia, la tristeza, el recuerdo. A lo largo de los poemas hay un movimiento de balanceo entre la exaltación de la pasión amorosa y la desolación por la pérdida del amor. En el último poema Canción desesperada nos devuelve a la situación inicial de soledad y ausencia y del fracaso del amante.
 En la mayor parte de los poemas el amor tiene un doble tratamiento, por una parte se exaltan los aspectos físicos del amor: los cuerpos desnudos, las caricias, el acto sexual (“Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra”) pero por otro lado el amor tiene una dimensión cósmica, metafísica, mediante el amor el yo lírico de los poemas se une a la tierra y al cosmos.

   - El amor es el asunto único, pero es un sentimiento que vemos aparecer de dos formas: de una manera física y sexual, que aparece situado en un tiempo pasado, y un sentimiento impreciso teñido de melancolía.
- El amante aparece como narrador en primera persona. Es representado frecuentemente como un ser movido por un ansia y un deseo desasosegante imposible de satisfacer.
- La amada. La amada suele ser el receptor lejano de los poemas, y a lo largo del libro va configurándose de diferentes maneras.
- La tristeza de los protagonistas o de los ambientes en que se sitúan es preponderante en todo el libro, y se convierte en pura melancolía cuando se trata de rememorar el amor perdido.
- La naturaleza sirve a Neruda para evocar insistentemente sentimientos usando como símbolos el mar y la costa, el viento, los bosques, árboles y hojas, y el firmamento crepuscular o nocturno sobre el paisaje.
- La voz, el canto y la poesía. El sonido en forma de voz y canto se hace patente al caracterizar a la amada por su ausencia o por la presencia de una voz que se adjetiva sutilmente.
- El cuerpo humano. El poeta hace énfasis en las emociones despertadas por los ojos y los labios, sobre todo cuando está hablando de la amada. Alaba el cuerpo de esta y el acto sexual con ella, lo cual causó mucha controversia al ser publicada la obra.

 Procedimientos estilísticos y métrica

El vocabulario es en general sencillo, aunque pertenece al dominio de la lengua literaria convencional desde el romanticismo y el modernismo.

En esta obra se dan cita dos conceptos métricos diferentes. Por un lado hay un núcleo importante de poemas que responden a una métrica regular en los que destaca el uso del verso alejandrino. En otros poemas encontramos que esta tendencia a la regularidad se rompe.
Neruda tiene un estilo muy propio, él mismo creó un lenguaje propio con su poesía, con el que juega para transmitir al lector sus sentimientos, sensaciones y vivencias, de manera que en sus poemas podemos encontrar infinidad de símbolos, palabras que adquieren una significación nueva que tenemos que conocer para captar el sentido real de sus escritos. Utiliza recursos lingüísticos como comparaciones, personificaciones, hipérboles, hipérbatos, elipsis, reiteraciones, y sobre todo metáforas a menudo tocadas por el surrealismo (“mi voz buscaba el viento para tocar su oído”). Tiene una forma muy individual de tratar el amor, el amante, la amada, la tristeza, los elementos de la naturaleza, y las partes del cuerpo de las mujeres que aparecen en sus escritos. La figura del amante aparece representada frecuentemente como un ser movido por un ansia y un deseo imposible de satisfacer. La amada suele ser el receptor de sus poemas, y a lo largo del libro va apareciendo de diferentes maneras. Se produce la identificación de la naturaleza y de los estados de ánimo (“emerge tu recuerdo de la noche”) y la unión de erotismo y naturaleza (“cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos”).
La tristeza, es el sentimiento más determinante, igual que el del amor; la trata de una manera magistral, transportando al lector mas allá de lo que es el simple poema; mezcla este sentimiento con la angustia, la desesperación, el olvido, la muerte, la soledad, la distancia, el abandono, el desamparo, la falta de correspondencia en el amor, y otros muchos que no son ni esperanzadores ni alegres, con lo que consigue acentuar esa tristeza. El mar es uno de los elementos que utiliza de la naturaleza para dar grandiosidad e inmensidad a sus sentimientos. El viento aparece como forma de tempestad, como medio para expresar el paso rápido del tiempo cuando está con su amada.
En algunos poemas aparece un tono coloquial, sencillo (“Me gustas cuando callas”) en fuerte contraste con otras imágenes más barrocas (“mariposa de sueño, un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras de la negra melena”).
Quizás el más conocido de los poemas sea el 20, que empieza con una frase sencilla: Puedo escribir, los versos más tristes esta noche y termina con los últimos versos que yo le escribo cerrando el poema un sentimiento de melancolía que anuncian la Canción desesperada con imágenes de terrible desolación (“en ti se acumularon las guerras y los vuelos”) que acaba representando al yo lírico como la imagen del desamparo (“Oh, abandonado”).

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